Historia de la salvación

 

La reciente conmemoración del V Centenario de la famosa colocación de las tesis teológicas, jurídicas y reformistas del fraile agustino Martín Lutero, un fogoso predicador alemán y especialista en teología bíblica, ha puesto de nuevo en el candelero cómo influye en el quehacer teológico tanto el carácter personal, como incluso el modo de rezar del teólogo, del estilo de dirigirse a Dios, pues eso repercute en las obras y en las exposiciones de la fe.

Efectivamente, cuando Lutero en 1515, dos años antes de Wittenberg, redacta una glosa a un sermón del místico Juan Tauler, discípulo del famoso dominico el Maestro Eckhart y en calidad de miembro destacado de la escuela renano de espiritualidad, señala que “la salvación consiste en la desnuda fe en Dios” (XIII)”, está verdaderamente poniendo el acento en la misericordia infinita de Dios, pues el hombre, para Lutero y los luteranos, no merece nada de nada, pero a la vez está subrayando la inutilidad de las obras meritorias.

Indudablemente, en Martin Lutero hay un pesimismo radical en la capacidad de la naturaleza humana corrompida por el pecado original y los pecados personales, que además como él mismo ha narrado tantas veces, se mezclaba en su personalidad enfermiza por los escrúpulos que le acompañaron hasta el momento de la muerte, cuando había probado todo; desde acudir humildemente a la dirección espiritual buscando la paz y el consuelo del perdón de Dios, hasta proponer al pueblo cristiano la doctrina de la justificación en la que intentó dejarlo todo en las manos de Dios y solo confiar en la fe en Jesucristo: “el justo vive de la fe” (Rom 1,17).

Es indudable, como nos han narrado todas las historias de la vida de Lutero hasta la más reciente, la que acaba de publicar el profesor Santiago Madrigal Terrazas, en ediciones BAC y que ahora estamos comentando, Lutero buscaba ardientemente salvar su alma. En palabras de Benedicto XVI: “lo que le quitaba la paz era la cuestión de Dios, que fue la pasión profunda y el centro de su vida y de todo su camino” (3).

En efecto, en este trabajo de Madrigal, miembro de la Comisión de Relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española y profesor de teología ecuménica, se ha intentado ver la vida de Lutero desde el ángulo ecuménico, subrayando aquellos rasgos que sean comunes, puesto que ha sido una celebración conjunta, para desde ahí intentar avanzar en el camino ecuménico.

Tiene mucho interés el esfuerzo que les ha pedido el santo Padre que se unan a los católicos en la caridad, en el trabajo por los pobres y descartados, de modo que el amor a los demás provenga de un amor de Dios habitual y no solo para pedir la salvación final. Evidentemente, la lectura de los escritos de Lutero y la demostración de que no quería fundar una nueva Iglesia sino reformar la que había,  puede ayudar a los protestantes a revivir las palabras de Lutero sobre la presencia de Cristo en la eucaristía y en la confesión tantas veces vivida por él (XXI).

José Carlos Martín de la Hoz

Santiago Madrigal Terrazas, Lutero y la Reforma. Evangelio, justificación e Iglesia, ediciones BAC, Madrid 2019, 354 pp.