La naturaleza del hombre

 

Hace unos días comencé a impartir un ciclo de conferencias sobre cuestiones vitales en nuestra cultura contemporánea que denominamos “comprender el mundo de hoy” y, lógicamente, la primera de ellas debía centrarse en cuestiones básicas de antropología cristiana, pues indudablemente muchos filósofos y pensadores aconsejan comenzar siempre por ponerse de acuerdo acerca de la antropología para luego enunciar los conceptos fundamentales.

Unos días después, llegó a mi casa el último volumen publicado por la biblioteca de patrística de ediciones ciudad nueva, y, cuál sería mi sorpresa al comprobar que se trataba del primer volumen dedicado a la antropología cristiana de la historia y que estaba redactado por el obispo Nemesio de Émesa, a finales del siglo IV.

Adelanto al lector que había coincidencia de temas y de conceptos entre ambas fuentes acerca la naturaleza, es más, la unidad ha sido total, como no podía ser de otra manera, pues evidentemente toda la antropología cristiana se debe poder deducir de las páginas del evangelio, como de la vida de Jesucristo, verdadero Dios, pero también verdadero hombre.

Es muy interesante que los editores del tratado que ahora presentamos, subrayen con insistencia en la riquísima tradición manuscrita, así como traducciones de este tratado, tanto en oriente como en occidente, lo que prueba su amplia difusión y su calado, pues ha sido comentado ampliamente por los padres de la Iglesia posteriores a él y, finalmente, fue recibido por la primera escolástica.

En la amplia introducción del prof. Leonel Miranda se destaca que, precisamente, el siglo IV y V es la edad de oro de la patrística y con ella textos sublimes que cautivaron a las clases altas y cultivadas del imperio romano, pues sin esa “conquista” la Iglesia llena de analfabetos, no habría podido subsistir (19).

Efectivamente, la lectura detenida de este trabajo sobre un tema muy filosófico, caracteriza indudablemente a su autor y, por tanto, manifiesta claramente un alto grado de desarrollo intelectual muy propio de un alma cultivada, culta, letrada y, a la vez, piadosa y humilde. Asimismo, llama la atención que se dirija en su discurso a los cristianos, paganos y judíos (20).

Asimismo, nos recuerda el profesor Miranda que, si la antropología filosófica del tratado tiene rasgos tanto aristotélicos como platónicos, ambos depurados, en cambio, la tradición teológica es puramente de la escuela de Antioquía con una exégesis muy literal de los grandes textos revelados (23).

No podemos dejar de subrayar la insistencia de Nemesio sobre la unidad de alma y cuerpo en el hombre, así como de su relación con la naturaleza creada y, por supuesto, con Dios, el creador (34). A la vez, es muy interesante las funciones de la naturaleza humana, muy ricas en todos los sentidos, tanto corporales como espirituales (34-35), así como la relación entre “creación y providencia” (37).

José Carlos Martín de la Hoz

Nemesio de Émesa, La naturaleza del hombre, ediciones Ciudad Nueva, Madrid 319 pp.