La novela histórica



Se cumple este año el centenario del célebre escritor americano
Mark Twain (1835-1910), considerado como una de las
figuras más importantes del siglo XIX-XX. De perfil escéptico y mirada
profunda, dotado de un fino sentido del humor.


 


Pasó su infancia y gran parte de su vida en el Estado de
Misuri (Estados Unidos) un estado esclavista, donde conoció la trata de
negros americana, realidad investigada
en sus novelas. Luchó con los sudistas en la Guerra de Secesión americana.


 


Fue tipógrafo, periodista, conferenciante, piloto de barco
de vapor por el Mississippi y escritor. Algunas de sus novelas, como las
aventuras de Tom Sawyer, un yanki
en la corte del Rey Arturo, Príncipe y mendigo y las aventuras de Huckleberry Finn, son ya obras
clásicas de la literatura universal.


 


La
editorial Homolegens ha tenido el
acierto de publicar una de sus mejores novelas históricas, la que narra la vida
de Santa Juana de Arco. Un trabajo maestro de Twain.
El tratamiento que realiza del célebre proceso inquisitorial y la recuperación
de la santa francesa artífice de la unidad de Francia, es sencillamente genial.
Lástima que Mark Twain no llegara a ver la
canonización de Juana de Arco realizada por el Papa Benedicto XV.


 


Ante el creciente deterioro de la novela histórica, cada
vez más enloquecida y separada de la realidad y de la verdad, conviene volver a
los clásicos de este género literario, de los que supieron enmarcar los hechos,
meterse en la mentalidad de la época y entretener. Mark Twain,
cuyo centenario celebramos, es un buen exponente del buen hacer en esta
materia.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


 


Mark TWAIN, Juana de Arco,
ed. Homolegens, Madrid 2007, 561 pp.