Los conservadores y la revolución

 

El ensayista y escritor Álvaro Delgado-Gal ha sido uno de los columnistas más afamados de España durante los años de la transición hasta bien entrado el siglo XXI en la que ha pasado a la retaguardia y a redactar libros de pensamiento para iluminar a los cronistas de la actualidad.

En esta ocasión, ha tomado la pluma para rearmar ideológicamente a los liberales conservadores que andan un poco despistados con la trama urdida por los liberales progresistas en su esquema de todos contra los liberales conservadores. Esta batalla se ha impuesto por la vía de los hechos, pero tiene sus días contados pues el pueblo le ha dado la espalda. En unos años se volverá a la alternancia natural que tan buenas lecciones ha dado desde 1977.

No deja de tener su interés comprobar que la idea del progreso infinito que impulsó a las ideologías del siglo XIX y XX haya perdurado hasta nuestros días a pesar de las dos guerras mundiales y de las dos bombas atómicas arrojadas en Japón (40).

Es interesante el detenido análisis histórico que realiza nuestro autor basado en el estudio del pensamiento de autores de la talla de Locke, Hume, Bayle, Spinoza, Rousseau, Mandeville. De estos y de otros muchos más, extraerá las ideas liberales progresistas y conservadoras del siglo XIX en España que siguen siendo, en pleno siglo XXI las que alimentan los partidos y los cenáculos políticos actuales (51, 58).

Más adelante, se detendrá en el estudio de los fascismos que habían abandonado el liberalismo, para convertirse en nuevas dictaduras, sino del proletariado si de la raza, o de la cultura (159).

Es interesante que, para abrir una vía de salida a los liberales conservadores, nuestro autor recurra a Sartre, “El ser y la nada” o “La nausea”. Es decir, a análisis radicales, inconformistas, rompedores. Incluso llegará a aliarse con Marcuse (226). De hecho, llegará a fabricar un potaje ideológico en el que quitará a Dios para poner al hombre en su lugar como habían hecho otros pensadores contemporáneos. Es decir, hablará de una libertad total que salta hasta los límites de la creación (227).

Evidentemente, esa libertad infinita que predican los liberales hoy no existe, pues el hombre no se ha dado el ser a si mismo, sino que participa del ser de quien ha recibido el ser. En consecuencia, la libertad es limitada y debe ser vivida como energía y por tanto con coraje e ilusión siempre renovada.

Finalmente, como decía Hannah Arendt, la libertad de la que gozamos es en cierto modo, una recreación de la libertad de Dios y, aunque sea limitada, es innovadora. No partirá de la nada como en el caso de Dios, pero si de lo demás, pero ha de ser creativa, avasallante.

José Carlos Martín de la Hoz

Álvaro Delgado-Gal, Los conservadores y la revolución, Alianza editorial, Madrid 2023, 290 pp.