Mujeres santas del siglo XXI

 

El próximo 14 de febrero se celebrará el 90 aniversario del inicio del fecundo trabajo apostólico llevado a cabo por las mujeres el Opus Dei en el mundo entero, con motivo del 90 aniversario de su fundación.

En los años 60 del siglo XX, en una entrevista concedida por el Fundador del Opus Dei a un periodista italiano decía estas palabras: “La Obra no se basa en el entusiasmo, sino en la fe. Los años del principio –largos años– fueron muy duros, y sólo se veían dificultades. El Opus Dei salió adelante por la gracia divina, y por la oración y el sacrificio de los primeros, sin medios humanos. Sólo había juventud, buen humor y el deseo de hacer la voluntad de Dios. Desde el principio, el arma del Opus Dei ha sido siempre la oración, la vida entregada, el silencioso renunciamiento a todo lo que es egoísmo, por servir a las almas” (Conversaciones con Josemaría Escrivá de Balaguer, ed. Rialp, Madrid 1987, n.68).

Estas palabras contienen un apretado resumen del espíritu del Opus Dei y también un delicado elogio de quienes siguieron a su Fundador en los primeros años, cuando estaba todo por hacer. Vivieron de su fe en Dios y de su confianza en San Josemaría. Ese es el caso del Siervo de Dios José María Hernández Garnica que entregó su vida a Dios en el Opus Dei el 28 de julio de 1935.

Cuando san Josemaría fue a ver a su confesor para comunicarle que Dios había irrumpido en el curso de su vida, el 14 de febrero de 1930, para hacerle ver que debía haber mujeres de toda clase y condición en el Opus Dei. Éste le contestó: "eso es tan de Dios como lo demás". San Josemaría se puso a trabajar inmediatamente, y a pedirle a esas mujeres que fueron llegando a la Obra, lo mismo que a los hombres: entrega total a Dios, trabajo incansable, amor a Dios y a las almas y fidelidad en la amistad.

Muchas veces explicaba san Josemaría que él se había podido marchar a Roma en 1946 para impulsar el crecimiento y la expansión desde el corazón de la Iglesia en el mundo entero, porque había dejado aquí, como su "alter ego", a don Josemaría Hernández Garnica.

Ellas correspondieron a la confianza de nuestro Padre y fundador y vivieron la unidad con él tan estrechamente que le llamaban "don Josemaría el nuestro". Y era verdad porque el Siervo de Dios don Jose María Hernández Garnica puso el 100% de su tiempo y toda su delicadez humana y sobrenatural para formarlas dejándolas muy libres y dándoles mucha seguridad, abriéndoles horizontes y dejando que ellas se organizaran y se entendieran entre ellas.

Más tarde, desde 1957, hasta su muerte en 1972, El Siervo de Dios marchó a desarrollar su ministerio sacerdotal en varios puntos de Europa. Trabajó en Inglaterra, Irlanda, Francia, Austria, Alemania, Suiza, Bélgica y Holanda. En todos esos países asistió a la llegada de las primeras vocaciones, colaboró en la instalación de residencias de estudiantes, centros de formación para la mujer, puesta en marcha de iniciativas sociales, etc.

La pregunta de hoy es esencialmente, esta: ¿hacia donde debe dirigirse nuestra acción de gracias a Dios, es decir: ¿cuál sería la nota característica de esa notable acción de irrigación de amor de Dios en nuestra tierra y entre nuestra gente?  La respuesta es sencilla: hemos de agradecer a tantas mujeres del Opus Dei que hayan aportado a lo largo de estos noventa años un nivel tan alto de santidad y de fidelidad a la gracia de Dios, es decir que hayan aportado a la Iglesia, al mundo y a nuestra sociedad una santidad, verdadera, heroica y fiel.

José Carlos Martín de la Hoz