Un exegeta jurista

 

A veces, en la caracterización de la personalidad de las grandes figuras de la historia, como fueron los santos y los sabios; o también los santos sabios, o los santos sólo o, finamente, los genios sin más; existen elementos y facetas que pueden parecer desconcertantes para el que se acerca con prisa, porque, en realidad, muchas veces, lo que significan es una gran riqueza interior.

Es decir, que los grandes, a la par que plenamente vitales, requieren un grado mayor de profundización para entenderles, de tiempo para poder conocerlos y, sobre todo, para poder comprenderles mejor.

En la vida de fray Luis de León (1527-1591), destacan las virtudes de un santo monje agustino, catedrático de teología y de Biblia, investigador de la Escritura y estudioso de la teología bíblica, buen de conocedor del hebreo, latín y el griego, hombre dotado para las letras, etc., Asimismo, en esa línea, impresiona comprobar de la mano y de la primorosa pluma de Pedro Lorenzo, cómo Fray Luis se prepara, desde muy joven, con los mejores maestros para terminar por ser uno de los hombres claves del renacer de los estudios bíblicos en la Universidad de Salamanca, para tomar la antorcha comenzada con la Políglota Complutense que salió de la imprenta en 1517, culminada entre las aulas de la Universidad de Alcalá (48).

A la vez, como decíamos al comienzo, existe en la vida de fray Luis un elemento clave, muy importante a tener en cuenta, para entender sus actuaciones y es la mentalidad jurídica aprendida en casa, tanto por la profesión de su padre, que fue uno de los grandes juristas del reino y que terminó su carrera como Oidor en la Cancillería de Granada donde falleció en 1562, como de su tío con el que fue a Salamanca a comenzar sus estudios de derecho.

Fray Luis de León cree en la justicia y no se detiene a la hora de defender sus derechos, los derechos de la verdad o de la universidad y, por tanto, ganará oposiciones, las perderá, litigiará, pues está en su derecho y las ganará finalmente. No olvidemos que, a lo largo de su vida, ganará cinco cátedras. Asimismo, a la vez que era “asombrosa era la popularidad de fray Luis entre los escolares. El contrapunto estaba la antipatía que suscitaba en el profesorado, especialmente entre los dominicos de san Esteban” (52).

Esto fue determinante, pues algunos profesores envidiosos y faltos de verdaderas pruebas denunciaron a fray Luis de León a la Inquisición junto a otros dos magníficos compañeros Gaspar de Grajal (que morirá en la cárcel) y Martínez de Cantalapiedra (absuelto en 1577). Ingresa fray Luis en la cárcel el 27 de marzo de 1572. La acusación era por “imprudencia de tratar en público cuestión como ésta: la autenticidad de la Vulgata, la imprudencia de traducir a lengua vernácula determinados libros de la Biblia; extremos ambos ciertamente peligrosos” (85). Fray Luis se defenderá, argumentará y, después de tres años recibirá la absolución completa. Apenas libre reclamará los salarios devengados y tomará posesión de una nueva cátedra de Escritura.

José Carlos Martín de la Hoz

Pedro de Lorenzo, Fray Luis de León, colección Novelas y cuentos, editorial Magisterio Español, Madrid 1970, 248 pp.