Una bocanada de oxigeno



En las primeras palabras del Santo Padre Benedicto XVI al
comienzo de este nuevo libro sobre Jesús de Nazaret, nos señala que no pretende
publicar un tercer volumen sobre la figura de Jesús sino, más bien, un pórtico
que sitúe y oriente la lectura de los otros dos ya publicados: Jesús de Nazaret: Del bautismo a las Transfiguración
(20079 y Jesús de Nazaret: Desde la
entrada en Jerusalén hasta la
Resurrección
(2011). Hay en esas palabras un interés en
que volvamos a releerlos para preguntarnos sobre quién es verdaderamente Jesús
y cuál es su mensaje. No olvidemos que esta petición se realiza en el año de la
fe que estamos viviendo en la
Iglesia y, por tanto, significa una clara orientación de lo
que el Papa espera que sea el gran fruto de ese período: volver a centrarnos y
vigorizar la fe en Cristo.


Como
en los volúmenes anteriores el Santo Padre entra en diálogo con la exégesis relizada durante los siglos XIX y XX, planteándose las
preguntas que ellos se han realizado y escogiendo razonadamente las respuestas
acordes con la fe y rechazando, también razonadamente, las que desfiguran la
verdad de Cristo. Así afirmará contra las teorías más radicales de algunos
historicistas: "Los relatos de Mateo y Lucas no son mitos ulteriormente desarrollados.
Según su concepción de fondo, están firmemente asentados en la tradición
bíblica del Dios creador y redentor. Pero en cuanto a su contenido concreto,
provienen de la tradición familiar, son una tradición transmitida que conserva
lo acaecido" (p.59).


El fondo del diálogo entre fe y razón, también estará
presente a lo largo de este trabajo: "Dios es Dios, y no se mueve sólo en el
mundo de las ideas. (…). Naturalmente, no se pueden atribuir a Dios cosas
absurdas o en contraste con su creación. Pero aquí no se trata de algo
irracional e incoherente, sino precisamente de algo positivo: del poder creador
de Dios, que abraza a todo ser. Por eso, estos dos puntos –el parto virginal y
la resurrección real del sepulcro- son piedras de toque de la fe. Si Dios no tiene poder
también sobre la materia, entonces no es Dios" (p.63).


En estas primeras horas, después de la publicación del
libro, se han vertido opiniones en algunos medios de comunicación demasiado
rápidas, propias de quien ha leído el
texto sin atención. Las más comunes han sido dos. La primera, afirmar que el
Papa había quitado el buey y la mula del Portal. Veamos lo que dice el Papa:
"Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde
comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación
guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo
Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna,
remitiéndose a Isaías 1,3:
«El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de
su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende
»"
(p.76). Y añade: "Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al
asno" (pp. 76-77). También se ha afirmado que para él Papa la estrella de Belén
era una supernova. Veamos el texto:
"Kepler
creía que la supernova era una nueva estrella. Opinaba que también la
conjunción ocurrida en los tiempos de Jesús debía de estar relacionada con una
supernova; intentó explicar así astronómicamente el fenómeno de extraordinaria
luminosidad de la estrella de Belén"
(p.104). Confiemos que a esas primeras impresiones se de paso a la lectura de
este magnífico texto.


 


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Joseph
Ratzinger-Benedicto XVI, La infancia de
Jesús
, ed. Planeta, Barcelona 2012, 138 pp.