Violencia y Religión

 

Desde el 11-S, ha crecido en algunos sectores de la opinión pública una molesta e incómoda acusación a la religión, como si ésta fuera la causa de la violencia o que la mera existencia de una religión que se presente como verdadera, fuese el origen de la violencia en el mundo.

Evidentemente, las actuaciones desafortunadas de algunos fanáticos que han hecho un uso equivocado de la religión para actuar impunemente contra los inocentes, solo merecen por nuestra parte como creyentes reproche, desprecio y una oración por la conversión de un corazón muy desorientado.

Es interesante, en esa línea descubrir cómo gracias al catolicismo y a la profundización en la revelación recibida de Jesucristo, el cristiano occidental ha ido inculturizando su fe y haciendo partícipes de sus descubrimientos a sus conciudadanos, para alcanzar con ellos las cotas más altas de toda la historia universal de paz en las conciencias y de paz en gran parte del orbe.

Evidentemente, el papa Francisco, como los Pontífices anteriores, no ha desaprovechado la oportunidad de las fiestas de la Navidad y de la jornada mundial por la paz, que la Iglesia celebra el primero de enero, para hacer una llamada a la paz del mundo y a la paz entre los hombres, pues todavía hay abundantes guerras, persecuciones contra la Iglesia y lesiones de los derechos humanos.

Precisamente, El profesor Rémi Brague (Paris 1945) en su magnífico trabajo sobre la filosofía de la religión nos recuerda que Cristo es llamado príncipe de la paz y cómo en el huerto de los olivos, como el resto de su vida impidió el uso de la violencia incluso para defenderse pues la violencia ni es útil para vencer ni posara convencer,

De hecho, pasados los siglos, nos recuerda Brague que, aunque el avance haya sido lento ha sido implacable. Así el deísta Voltaire consideraba la religión como una institución moral que servía para favorecer la paz civil. De ahí el célebre: «Si Dios no existiera habría que inventarlo»" (31).

Es interesante comprobar que han coincidido en el tiempo, la religión y la violencia, o que nacieran a la par como el trigo y la cizaña. No es que la religión engendre violencia. Es que con la religión el hombre es capaz de dominar la violencia que las pasiones y el pecado original engendran. Tras la hecatombe de la revolución francesa y del intento de exterminio de la religión, el gran autor francés, Chateaubriand, redactó en 1802 su famoso tratado sobre el “Genio del cristianismo”, donde "preparaba una reconsideración de la aportación cultural del cristianismo, pero tan solo afloraba el contenido de la fe, junto a la figura central de Jesucristo" (35).

El profesor explicará pormenorizadamente como la cultura cristiana ha superado en gran parte a la cultura pagana de la violencia y ha logrado que la interpretación de la Sagrada Escritura, incluso el Antiguo Testamento sea leído y meditado en nuestros días como una alegoría que busca paz de las conciencias y a vivir en paz con el resto (204).

José Carlos Martín de la Hoz

Rémi Brague, Sobre la religión, ed. Didaskalos, Madrid 2019, 210 pp.