Lecturas españolas

Miscelanea de autores españoles que, entre el siglo XVII y comienzos del XX, denunciaron la decadencia de España. El diplomático Saavedra Fajardo, el jesuita Baltasar Gracián, los militares Cadalso y Mor de Fuentes, el periodista Larra, el abogado Joaquín Costa y el propio Azorín se interrogan por las causas de esa decadencia.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1970 Espasa Calpe - Colección Austral
146
84-239-0036-3

Original de 1912.

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Cuando se ha subido muy alto, lo único que se puede hacer ya es bajar. Es la historia de España entre los siglos XVII y XIX.

En el siglo XVI las armas españolas dominaban media Europa, y la Corona tenía posesiones en cuatro continentes, pero España se había ganado un gran número de enemigos: En Europa Francia e Inglaterra, los príncipes protestantes y, en ocasiones, el propio Pontífice; en el Mediterráneo los turcos y piratas berberiscos, y en la Península las relaciones con Portugal y Cataluña no siempre eran cómodas.

Don Diego Saavedra y Fajardo (1584-1648) fue embajador al servicio de Felipe IV. Publicó las "Empresas políticas". Sobre España dice: "Falta el cultivo de los campos, el ejercicio de las artes mecánicas, el trato y comercio al que no se aplica esta nación" (pág.34). Añade: "Son los frutos de la tierra la mayor riqueza [y] no hay mina en los reinos más rica que la agricultura". Concluye que "mejor es gobernar bien que ampliar el imperio" (pág.36).

Casi simultáneamente, el jesuita Baltasar Gracián (1601-1658) publicaba "El criticón". De esta obra extrae Azorín la siguiente cita: "Si España no hubiera tenido los desaguaderos de Flandes, ni las sangrías de Italia, ni los sumideros de Francia, ni las sanguijuelas de Génova ¿no estarían hoy sus ciudades enladrilladas de oro y muradas de plata?" (pág.57).

En el siglo siguiente se publican las "Cartas marruecas" de José Cadalso (1741-1782). En esta obra el autor afirma: "España, desde el fin de 1500, es como una casa grande, que ha sido magnífica y sólida; pero que con el transcurso del tiempo, se va cayendo y cogiendo debajo a sus habitantes" (pág.61). "Desde el siglo XVI hemos perdido los españoles el terreno que otras naciones han adelantado en ciencias y artes" (pág.62).

Azorin rescata del olvido a un autor casi desconocido, el aragones Mor de Fuentes (1762-1848). Este, viaja en 1836 a Francia y escribe: "Al viajar por Francia se ve que el país está en prosperidad, por dondequiera andan construyendo, mejorando y adelantando, lo que seguramente no ocurre en España, donde si se cae una casa allí se queda; si se inutilizan un camino o un puentecillo allí se están" (pág.124).

La crítica social de Mariano José de Larra -a cuya memoria dedica Azorín este libro- se encuentra en su obra periodística. Para él España es un país de oficinistas, reglamentos, comisionados con dietas, títulos y condecoraciones. Las fondas son desaseadas y molestas, las posadas miseras, los caminos malos" (pág.112). "Todo va despacio entre nosotros" -concluye (pág.113).

En el Epílogo de "Lecturas españolas" Azorín escribe: "Causa de la decadencia de España han sido las guerras, la aversión al trabajo, el abandono de la tierra, la falta de curiosidad por las cosas del espíritu; se originan de ahí todos los males" (pág.145). Y recomienda como solución viajar, como lo hicieron Saavadra y Fajardo, Cadalso o Larra.

Es muy interesante señalar que Azorín atribuye a Galdós (1843-1920), a través de sus novelas, haber contribuido a crear una conciencia nacional (pág.128). Añadiré que Azorín había militado en el anarquismo -ideología de moda en el siglo XIX-. Huellas de esa orientación radical se encuentran en esta obra, publicada en 1912.