Cuando Isabel y su familia se tienen que mudar a la parte más alejada de la ciudad, la niña empieza a sentirse... invisible.
Una tierna y trascendental historia acerca de ver realmente a los que nos rodean y del derecho a tener un sitio.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2021 | Andana Editorial |
36 |
978-84-17497-85-9 |
Traducción de Anton Anton Revisión de Leticia Oyola
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Precioso álbum ilustrado
Precioso álbum ilustrado sobre la pobreza y la invisibilidad de las personas. La protagonista es una niña llamada Isabel, que va acompañada siempre por su perrito. Vive con sus padres en la ciudad, pero tienen problemas económicos y no se pueden permitir determinadas cosas, como ir al cine, hacer muchas compras, e incluso pasan frío en su casa sin calefacción. A pesar de todo, Isabel siempre se fija en las cosas bonitas; hasta que un día tienen que abandonar su hogar y trasladarse a las afueras de la ciudad. Allí la niña, al caminar por las calles desoladas, sin que nadie la mire, siente que se hace invisible, se desvanece “pálida y frágil como un copo de nieve”. Y entonces contempla a otras personas invisibles como ella: ancianos, enfermos, niños solitarios, una señora que planta flores, un mendigo que da de comer a los pájaros en el parque. Isabel, siempre generosa y dispuesta a ayudar, decide que hay que cambiar las cosas.
El autor tanto de los textos como de las ilustraciones es el célebre escritor Tom Percival. Cuando comienza la historia, en las primeras páginas, las imágenes representan el invierno, los colores son fríos, blancos, grises, azules tenues: los copos de nieve impregnan los paisajes, aunque en el hogar de Isabel la familia unida se resguarda del frío. Pero, al trasladarse a las afueras, los personajes por la calle se hacen transparentes, se desvanecen y el frío helado se acrecienta por el aislamiento y la soledad. Solamente la generosidad, la ayuda mutua, la colaboración y el trabajo en equipo devolverán los colores y la alegría a la gente del barrio que vuelve a sonreír.
Según nos cuenta Tom Percival al final de la obra, para escribir este relato se ha inspirado en su propia infancia: sus primeros recuerdos se sitúan en una caravana, vieja y pequeña, en la que vivió durante seis años con su familia. Allí no había televisión, ni electricidad, ni agua corriente; y en pleno invierno, literalmente se helaban en esa vivienda porque eran pobres. Sin embargo, Tom se enorgullece de dos cosas que en aquella época tenían en abundancia: amor y libros, un gran tesoro que otras muchas personas no pueden compartir. Por esta razón, ha querido escribir la historia de Isabel, porque más de cuatro millones de niños en el Reino Unido viven en la pobreza. A estos niños se les suele ignorar y por eso este relato se titula “Los invisibles” con el sincero deseo de que todos se hagan visibles y encuentren su sitio.