Los mejores cuentos

Dice Pitol que en una casa de campo escribió sus primeros cuentos. Pasaba allí la convalecencia de una ruptura amorosa. Se proponía odiar al mundo, pero no lo conseguía. Por las mañanas escalaba una cordillera para rodearse de una aureola romántica, decadente, aun diabólica. Buscaba acantilados escabrosos y le venían a la mente los acantilados de Devon, un viaje a Inglaterra, y entre ese deseo de viajar y la contemplación de un maravilloso paisaje se adormecía en la hierba, para después llegar radiante de alegría a su casa y ponerse a leer a James, Kafka, Faulkner, Borges, Rulfo. Una noche escribió un primer cuento, «Victorio Ferri cuenta un cuento», y otros más, todos amargos y crueles, sobre personajes tocados por el diablo. Durante varios años escribió cuentos y luego novelas. Todo eso procede del fruto de aquellos cuentos escritos hace cincuenta años. Ahora, cuando Pitol es un escritor imprescindible, nos complace presentar esta antología personal de sus mejores cuentos, encabezada por un extenso texto de Enrique Vila-Matas

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Vila-Matas, en el prefacio de este libro, dice de Sergio Pitol que “es alguien en quien hasta la ironía nos produce una sensación de amor, pues solo el amor puede transmitir la sabiduría. Un maestro es alguien que goza de un áurea casi física y en quien casi resulta tangible la pasión que desprende.”

Son catorce cuentos dedicados a catorce escritores contemporáneos, amigos personales, algunos bien conocidos en España como Elena Poniatowska (premio Cervantes 2014), Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco (Premio Cervantes 2009), Juan Villoro (Premio Herralde 2004) o Enrique Vila-Matas. El propio Pitol fue premio Cervantes en 2005.

1.- Victorio Ferri (Para Carlos Monsiváis)

En la construcción del relato breve que Pitol utiliza se entremezcla lo onírico y lo ficticio como dos categorías claramente diferenciadas y perfectamente imbricadas para conformar un todo coherente.

Las funciones de lo onírico en Pitol son las de reconocimiento de la realidad, del problema o de la angustia en la que vive el escritor y que pudiese ser la misma en la que vive el lector. Por tanto, aceptación de la realidad, que viene a ser lo mismo que aceptación de la propia miseria.

El niño Vitorio Ferri alcanza el conocimiento de su propia realidad, de los sentimientos que en verdad inspira en su padre, solo cuando entra en el sueño eterno. Toda la maldad que ha perseguido en vida para merecer el aprecio de un padre perverso, irónicamente, solo despiertan miedo en su padre quien desea la muerte del hijo para verse libre de él.

2.- Semejante a los dioses (para José Emilio Pacheco)

Una vuelta de tuerca sobre el argumento anterior. Ahora es el hijo de un clérigo, durante las revueltas contra los cristianos, los asesinatos de clérigos y fieles, quien denuncia a su propio padre y como consecuencia, el padre y los fieles que rezan con él mueren quemados en una iglesia. Todo el horror de la violencia, la sangre y la muerte son como un sueño que nada tiene que ver con la vida del protagonista.

3.- La pantera (para Elena Poniatowska)

Los terrores nocturnos se transforman en algo deseado e inasible cuando intentamos comprenderlos. Una pantera que desvela al escritor su misterio durante el sueño, pero cuya información resulta incomprensible durante la vigilia.

4.- Cuerpo presente (para Neus Espresate)

Un hombre ebrio percibe de la realidad poco; su mundo se transforma por efecto del alcohol y el estado en que se encuentra se asemeja al sueño: no domina su voluntad. Como el sueño, la ebriedad cumple la misión de alejarnos de lo dolorosa de la vida, de la propia miseria, que frecuentemente es la causante de los dolores más acuciantes. Pero como en el sueño que se repite, la realidad se muestra tozuda y nos presenten, una y otra vez, nuestra miseria, la traición, la causa por la que perdimos lo más importante en la vida.

5.- Hacia Versovia (para Zofia Szleyen)

Pitol viaja a Varsavia enfermo. A veces la enfermedad, la fiebre, como el sueño, o como la ebriedad, pueden confundir la realidad y hacer presenten los recuerdos más alejados, ante algo que creemos reconocer y que solo es el detonante de lo que llevamos escondido en el corazón. Pitol se encuentra mal y es atendido por una anciana que él cree su abuela. Y el recuerdo de su abuela le lleva a la pérdida de su abuelo.

6.- Hacia occidente (para Bérbara Jacobs)

Un viaje de un hombre de negocios lo lleva a China. Intenta llegar a Europa por tren para adelantar el regreso. De camino, en el tren, lee un libro que le transporta a la vida de un joven chino que llega a comprender que la sabiduría implica desaparecer.

7.- El regreso (para Vicente Rojo)

8.- Ícaro (para Roberto Echevarren de Uruguay)

9.- Del encuentro nupcial (para Jorge y Lali)

10.- Los oficios de tía Clara (para Anamari Gomis)

11.- Cementerio de tordos (para Luis Deméneghi)

12.- Vals de Mefisto (para Juan Villoro)

La esposa de Guillermo, escritor, le envía uno de sus relatos. Ella le ayuda con sus críticas. Ella regresa de un año sabático en el que ha disfrutado del alejamiento de su esposo. Comienza la lectura del relato.

Manuel Torres, alter ego de Pitol, acude a un concierto a la sala de conciertos de Viena, con la intención de escribir inspirándose en el programa en el que se incluye la Sonata en Si Menor y el Vals Mefisto de Litz. Durante la interpretación comienza a imaginar quién podría ser un espectador escondido en la última fila de un palco. ¿Un abuelo enemistado con el nieto, artista en plena madurez, que acude en busca de una reconciliación? ¿Un antiguo profesor del alumno portento que muere de envidia? ¿Un marido celoso que en su juventud envenenó a su esposa, hábil intérprete de esta misma composición?

La esposa de Guillermo considera que su esposo abandona el relato en el momento más interesante y que Pitol atribuye a la joven esposa para no escandalizar con su insinuación:

“el efecto que esas gotas que se deslizaban por las sienes y bañaban sus mejillas le hacían pensar en el rostro de un joven fauno que volviera de hacer el amor.” Pág. 189

13.- Nocturno de Bujara (para Margot Glantz)

Bujara, Sarmankanda son sinónimos de búsqueda de placer, elixires y estados misteriosos. Pitol cuenta los viajes que distintos personajes de su entorno hacen en busca de esos placeres, inasibles como el sueño, y que les llevan a desaparecer.

14.- El oscuro hermano gemelo (para Enrique Vila-Matas)

“En el prólogo de Justo Navarro a El cuaderno rojo de Paul Auster puede leerse: “Escribes la vida, y la vida parece una vida ya vivida. Y cuanto más te acercas a las cosas para escribirlas mejor, para traducirlas mejor a tu propia lengua, para entenderlas mejor, cuanto más te acercas a las cosas, parece que te alejas más de las coas, más se te escapan las cosas. Entonces te agarras a lo que tienes más cerca: hablas de ti mismo conforme te acercas a ti mismo. Ser escritor es convertirse en un extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es un caso de impersonation, de suplantación de la personalidad; escribir es hacerse pasar por otro.” Pág. 227

“La última novela de José Donoso, Donde van a morir los elefantes lleva un epígrafe de William Faulkner que ilumina la relación de un novelista con su obra en proceso: una novela es la vida secreta de un escritor, el oscuro hermano gemelo de un hombre. Un novelista es alguien que oye voces a través de las voces. Se mete en la cama y de pronto esas voces lo obligan a levantarse, a buscar una hoja de papel y escribir tres o cuatro líneas, o tan sólo un par de adjetivos o el nombre de una planta. Esas características, y unas cuantas más hacen que su vida mantenga una notable semejanza con la de los dementes, lo que para nada lo angustia; agradece, por el contrario, a las Musas, el haberle transmitidos esas voces sin las cuales se sentiría perdido. Con ellas va trazando el mapa de su vida. Sabe que cuando ya no pueda hacerlo le llegará la muerte, bo la definitiva sino la muerte en vida, el silencio, la hibernación, la parálisis, lo que es infinitamente peor.” Pág. 243