Matar a un ruiseñor

La novela, galardonada con el premio Pulitzer 1961, recrea la vida en un pueblecito del sur de Estados Unidos, en los años treinta. Este pequeño mundo, con sus alegrías y tristezas, va siendo descubierto por los ojos infantiles de la protagonista. En su aparente simplicidad temática se descubre un mundo cálido, tierno y profundo a la vez.

Una novela que nos habla de la dignidad de la persona. El racismo, la educación de los niños, son temas maravillosamente tratado en esa historia en la que no pasa nada y pasan muchas cosas, que se lee con agrado de principio a fin.

Al tratarse de una historia de niños es muy asequible para cualquier público pero indudablemente es el lector adulto el que sacará partido al fondo de la narración. Muy recomendable.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2001 Plaza & Janés
0
2006 Ediciones B
0
2010 Ediciones B, S.A.
410
2015 Ediciones B
416
978-84-9070-121
Valoración CDL
4
Valoración Socios
3.971428
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Género: 

Comentarios

Imagen de enc

Todo parece dicho de esta obra excelente; tan solo quisiera añadir que la traducción de Baldomero Porta, en contraste con otras con las que a veces tropezamos, también lo es. Por lo que hace a los sentimientos que incorpora la novela me recuerda a "La comedia humana" de William Saroyan.

Imagen de JORGEEC

El libro es una obra maestra. En cada página encuentras la ternura en las tareas cotidianas que Atticus (padre) enseña a sus hijos (Jen y Scout). Lo narrado en Matar a un Ruiseñor es auténtica enseñanza. La historia cuenta las vivencias desde la perspectiva de la hija pequeña llamada Scout. La niña cuenta sus experiencias en la escuela, sus juegos y travesuras, y en lo relacionado con el juicio que está defendiendo su padre. La relación con su hermano está magistralmente descrita y tiene buenos golpes de humor. Me ha encantado y lo recomiendo. En el capítulo 26 leí unos párrafos que me hicieron sonreír hasta que solté una carcajada en el avión. Me gustaría transcribirlos y decir que por la mente de un niño pasan tantos pensamientos que hay que educarla y tener mucha paciencia.

“Cuando le tocó el turno, se situó delante de la clase y empezó:
- El viejo Hitler…
- Adolf Hitler, Cecil – corrigió la maestra-. Nunca se empieza diciendo el viejo Fulano, Mengano.
- Sí, señorita – asintió el chico- El viejo Adolfo Hitler ha estado prosiguiendo…
- Persiguiendo, Cecil…
- No, señorita Gates, aquí dice… Bien, como sea, el viejo Hitler la ha emprendido con los judíos y los mete en la trena, les quita sus cosas y no deja que ninguno salga de su país, y también limpia a todos los tarados y…
- ¿Limpia a los tarados, Cecil?
- Sí, señorita Gates, me imagino que no tienen suficiente inteligencia para limpiarse solos……

- Me parece que el gobierno debería impedirlo.
- Democracia: derechos iguales para todos privilegios especiales para ninguno.”…

Imagen de Iñaki

Es uno de los mejores libros que he leído. Es simplemente una obra maestra. De una honradez quizás sin precedentes en la literatura americana. Debía ser un libro de lectura recomendada en todos los centros educativos. Me la he leído 4 veces.

Imagen de Perandones

En este caso, sueles ir de película a libro. La película es fantástica, de ésas de culto. el libro no desmerece. Tiene todos los valores humanos y sociales que le quieras poner. La limpieza de los niños queda intacta. Leyéndolo, estás viendo la película otra vez y disfrutando con ella, con la cara de Gregory y Peck. En fin, un placer

Imagen de mgarregui

La novela se podría sintetizar en una de sus frases, dichas por uno de los protagonistas: "La única cosa que no se rige por la regla de mayoría es la conciencia de uno". Es un libro delicioso en el que se mezclan problemas cotidianos infantiles con las cuestiones vitales que todos nos planteamos alguna vez en la vida, contado con la voz de una niña de nueve años a la que le gusta más su mono que cualquier vestido. Concurren muchos subtemas que pueden dar lugar a conversaciones interesantes: desde qué significa realmente educar hasta si es lícito "matar un ruiseñor".

Imagen de rocio meca

En una pequeña ciudad sureña de los EE. UU., en la época de la gran depresión, un hombre negro es acusado de violar a una mujer blanca. Sin existir casi pruebas que le puedan inculpar, el color de su piel es suficiente para que sea inculpado y no haya ningún abogado que quiera defenderlo. Solo uno, Atticus Finch, el ciudadano más honorable de la ciudad, se hace cargo del caso. Este hecho hace que se cree una gran malestar en la pequeña Comunidad de Maycomb, llevando a Atticus a tener grandes problemas con amigos y vecinos, mientras que con el paso de los acontecimientos, Atticus Finch se va ganando la admiración de sus hijos.

¿Hasta qué punto las pasiones del hombre repercuten en la inteligencia y el carácter de los niños? ¿Es acaso posible que, tras la aparente inocencia, los pequeños sean capaces de sentir, interpretar y transmitir incluso odios, mezquindades y heroísmos que anidan en el espíritu de los adultos, aún de aquellos que consumen su vida en la mediocridad de un ambiente pueblerino? Esta es la inquietante pregunta que plantea Matar a un ruiseñor, magistral novela, galardonada con el premio Pulitzer y llevada al cine con señalado éxito.

A pesar de ser la única novela de esta autora, nos encontramos con un libro en el que el mundo de los niños nos transmite su visión del mundo y de la vida, una visión tierna pero realista que juzga los hechos sin la intencionalidad retorcida a veces propia de los adultos.

Los protagonistas principales de este libro son dos hermanos, cuyo padre, viudo y abogado con un trabajo excesivo e intenso, hace lo posible por darles la mejor educación que él como persona conoce: el respeto, la honradez, la comprensión, la firmeza, la ternura y el sacrificio por cada una de las personas que con él conviven.

En el fondo esta novela es la vida del padre de la autora, que relata, con gran afecto y madurez, lo que significó para ella la figura de su padre. Jem y Scout descubren poco a poco quién es realmente su padre, no un hombre que entra en la vejez y que no es capaz de llevar a cabo determinadas tareas – como en un principio se imaginan –, sino un hombre fiel a unos principios, justo y misericordioso, que valora la vida de cada persona en todas sus dimensiones y que, además de valorarla la respeta y la comprende, un hombre lleno de valor y armado de una coherencia de la que pocos pueden presumir. El descubrimiento de su padre lo hacen en la vida cotidiana del día a día, y a través de la defensa de una persona de color de la que le encargan a él como abogado. Defensa difícil en una región donde los negros son vistos como algo inferior e incluso algo inmoral. A raíz de este acontecimiento la vida de Jem y Scout atraviesa momentos de desconcierto, duda, miedo, pero siempre cariño y ternura.

En este libro observamos cómo la reflexión de los niños no es algo superficial e inútil sino todo lo contrario, nos lleva a cuestionarnos los problemas humanos desde una perspectiva más recta y pura, aunque lógicamente plasmada desde el mundo de la infancia, pero una infancia madura e inteligente, que busca respuestas coherentes a los hechos y acontecimientos que les rodean.

Atticus es un padre cariñoso que busca lo mejor para sus hijos: que se hagan responsables, que sean libres, que quieran a las personas sin prejuicios, que conozcan de veras a las personas poniéndose dentro de su pellejo y moviéndose como si fueran esa otra persona, etc. Es también una figura humilde que no presume de sus cualidades, más bien al contrario. Sin embargo el transcurso de su vida hace que esas virtudes y valores queden mostrados y confirmados con sus hechos, sus palabras, sus gestos, su coherencia y su sensibilidad hacia las necesidades y problemas de los demás.

El título de esta novela, "Matar un ruiseñor" es una idea simbólica de lo que, en los seres humanos son ruiseñores: personas inocentes y buenas, tal vez desconocidas, a las que el destino les golpea duramente y ante las que nadie sale en su defensa.

Hay unas palabras de Platón que bien podrían resumir un mensaje esencial de esta pequeña y entretenida novela: "sabéis que el comienzo es la parte más importante de cualquier obra, especialmente en el caso de una cosa joven y tierna; pues en esa época se forma el carácter y se graba mejor la impresión deseada...¿cometeremos el desatino de permitir que los niños oigan cualquier historia que pueda inventar cualquier persona, y que sus mentes reciban ideas que en general son lo contrario de aquello que deseamos que ellos tengan cuando crezcan? No podemos permitirlo..., cualquier cosa que la mente reciba a esa edad puede volverse indeleble e inalterable, y por tanto es sumamente importante que las historias que oyen los pequeños sean paradigmas de pensamientos virtuosos. Entonces nuestros jóvenes morarán en una tierra de salud, entre bellas vistas y sonidos, y recibirán lo bueno en todo, y la belleza, emanación de obras gráciles, se introducirá en ojos y oídos como una brisa saludable de una región más pura, e inadvertidamente guiará el alma, desde los primeros años, hacia la semejanza y simpatía con la belleza de la razón. No puede haber formación más noble". Esta idea de Platón es la que mueve a Atticus a educar a sus hijos de una manera determinada, y a ser él mismo de una manera también determinada.