Georg Gänswein, que había sido secretario de Benedicto XVI desde su etapa de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes de que fuera elegido para la sede de Pedro, hasta el fallecimiento de Benedicto como Papa emérito, cuenta esa etapa de su vida junto a Ratzinger, con la colaboración del periodista italiano Saverio Gaeta.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2023 | Desclée de Brouwer |
341 |
978-84-330-3225-6 |
Edición cuidada, con tapa dura, traducción de Fernando Montesinos Pons y de Miguel Montes. |
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Este libro es de un gran
Este libro es de un gran interés para conocer un poco mejor a Benedicto XVI. Podríamos decir, aunque no sea exacto, que hay como tres partes: una primera en la que carga la mano en situaciones y problemas que surgen de cuestiones organizativas, del trabajo de Ratzinger en el Vaticano, idas y venidas de la vida misma. Podríamos hablar de una segunda parte, simplificando mucho, donde se encuentran, de modo más o menos solapadas, las diferencias entre los dos Papas: el Papa emérito y el Papa Francisco. Es indudable que hay divergencias en el modo de pensar sobre temas de fondo y Ratzinger no puede contenerse y decide intervenir y escribir algo al Papa Francisco sobre tal o cual tema controvertido. La última parte trata más de los últimos años de Benedicto, hasta su fallecimiento, con alguna página memorable, como, por ejemplo, un buen número de homilías de las que predicaba en su retiro solo a quienes vivían con él. Verdaderamente sabrosas y útiles. En resumen, se puede decir que se hace muy palpable la valía y vida santa de Benedicto XVI.
El libro tiene una doble
El libro tiene una doble vertiente, la principal es una síntesis del pensamiento y enseñanzas del teólogo Joseph Ratzinger, luego Arzobispo, Cardenal y finalmente Su Santidad Benedicto XVI, Pontifice y Papa emérito. Esta parte constituye, en mi opinión, un excelente resumen. La segunda parte pretende ser apologética de Benedicto XVI y del propio Gänswein. Ratzinger fue un hombre obediente, sabio y humilde, por lo que es difícil pensar que sea necesario reivindicar su figura.
No obstante, es interesante aclarar lo que el autor llama "el enredo de Sarah", un libro que publicó el Prefecto para la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cardenal Robert Sarah, añadiendo a la suya la autoría del Papa emérito sin conocimiento ni autorización de éste. Relata Gänswein como el Papa emérito había redactado unos folios, un borrador, acerca del sacerdocio, y no encontrándose con fuerzas para continuarlo abandonó el trabajo. Como quiera que Sarah estuviese escribiendo un libro sobre y para los sacedotes, pidió al Papa emérito una reflexión al respecto y Ratzinger le hizo entrega de los folios que tenía escritos "por si podían tener alguna utilidad" (pag.270).
Sea porque lo decidiera Sarah, el intermediario Nicolás Diat o la editorial Fayard, acabaron publicándose íntegros los folios del Papa emérito junto con el texto elaborado por el Cardenal con el título Desde lo más hondo de nuestros corazones. Se hacía ver de esta forma que el libro tenía dos autores, lo cual no correspondía con la realidad. Destapado el enredo, el Papa emérito hizo ver a Sarah que, en su situación, para publicar algo tenía que notificarlo a la Secretaria de Estado y al Papa Francisco, y se intentó corregir la apariencia de una doble autoría, pero Nicolás Diat se negó a ello.
La editorial argumenta que se le habían hecho llegar las pruebas de imprenta a Gänswein para que les diera el visto bueno y éste lo había hecho, pero el secretario alega que en las pruebas no se encontraba la imagen de portada con los dos autores y las fotografías de ambos. Hay que hacer notar que Gänswein era, además de secretario del Papa emérito, Prefecto de la Casa Pontificia, es decir responsable de los actos públicos del Papa, y que los dos encargos podían ser mucho trabajo para una sola persona, lo cual haría posible un error por precipitación o inadvertencia, pero el autor no lo reconoce así.
Francisco ordenó al secretario que, en lo sucesivo, se ocupara únicamente del Papa emérito. También se le denegó un apartamento propio en los palacios apostólicos, suprema demostración de categoría vaticana. Benedicto había nombrado a su secretario Arzobispo, por lo tanto es lógico que éste, imbuido de su rango, se sintiera menospreciado cuando prescindieron sus servicios en la Curia. Esto nos hace ver el riesgo que supone otorgar determinada categoría -la carriera eclesiástica- a personas que no tienen por qué tenerla ni dónde ejercerla. También podemos recordar que Gänswein había ascendido de oficial de un Dicasterio a secretario del Papa y Prefecto, y que humanamente es más asimilable subir que bajar.
Gänswein, yo creo que incorrectamente, se detiene a señalar las posibles discrepancias entre el gobierno de Benedicto y el de Francisco. Destaca especialmente la prohibición dictada por Francisco para oficiar la Santa Misa de acuerdo con el rito aprobado por S.S. Juan XXIII en lengua latina, algo que previamente había autorizado Benedicto XVI. Gänswein recuerda como el Papa emérito le dijo: "Cada uno tiene su carácter. El Papa Francisco está actuando en la dirección que considera mejor para la Iglesia" (pág.260).
Para Ratzinger lo importante era apoyar la fe en la razón. Encontramos en el libro cantidad de citas que corroboran esta intención: "Si la fe se reduce a pura tradición, sin el apoyo de la razón, acaba desfalleciendo" (pág.57). "Hombres que hagan que Dios sea creíble en este mundo" (pág.68). "Superar las patologías de la razón y las enfermedades de la fe" (pág.170). "La persecución más sutil del cristianismo es su marginación intelectual" (pág.321). Podríamos traer aquí muchísimas citas en el mismo sentido y todas serían oportunas.
Sabemos que para el papa Francisco lo más importante es la evangelización igual que para Benedicto lo fue la defensa de la fe; uno procede de América, de una gran urbe con abundancia de pobres y desfavorecidos, en tanto que Benedicto procedía de la rica y confortable Europa, con mayoría de incrédulos y ateos prácticos: "Paganos- dice Benedicto- que no son conscientes de serlo". Ya desde 1958, Ratzinger había señalado cómo el futuro de la Iglesia estaba en volver a ese "pequeño rebaño" del que nos habla Nuestro Señor Jesucristo, y en 1969 añadía que "el futuro de la Iglesia surgirá de los nuevos santos (...). Cuando Dios haya desaparecido por completo para los hombres, su pobreza [será] total y espantosa. Entonces descubrirán la pequeña comunidad de creyentes y la Iglesia experimentará un nuevo florecimiento" (págs.315-316).
Vale la pena leer y disfrutar de las enseñanzas de Benedicto XVI resumidas en este libro, y prescindir del resto, como los hijos buenos de Noé ocultaron las verguenzas de su padre ebrio (San Josemaría Escrivá, Camino, nº 75). Leer artículo >>
El libro lleva como subtítulo "Mi vida al lado de Benedicto XVI", aunque cronológicamente comienza antes, cuando el autor conoce al cardenal Ratzinger al traladarse a Roma para trabajar primero en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y, años más tarde, en la Congregación para la Doctrina de la Fe. En 2003, el cardenal lo elige como secretario suyo y lo mantendrá durante el pontificado. Tras la renuncia del papa, Gänswein ha seguido atendiéndolo hasta el fallecimiento. Trayectoria vital de ambos, análisis de los escritos más importantes de Benedicto XVI, aclaraciones sobre algunos sucesos tergiversados o mal contados por algunos medios de información, etc.En este libro, queda patente la bondad del papa y su extraordinaria lucidez, siempre al servicio de la verdad y de la Iglesia. En este sentido, son iejemplares y conmovedores los años que siguieron a la renuncia, cuando el papa emérito sirve a la Iglesia con la oración y una vida retirada. Garswin cuenta lo que ha vivido junto a Benedicto XVI, sin eludir los puntos difíciles y, a veces, dolorosos, ni algunas cuestiones confusas en el entorno de la Iglesia y sus gobernantes. Un libro que merece la pena leer. Luis Ramoneda