En el mes de junio de 1936, Pío Baroja se fue de Madrid para pasar el verano en Bera sin saber que, unas semanas más tarde, iba a estallar la Guerra Civil, que le iba a apartar de su casa y llevarle al exilio, después de haber tenido en Bertizarana un encontronazo con los requetés de la columna de Ortiz de Zárate, que pudo haberle costado la vida.