En la historia de la literatura hay infinidad de obras maestras en donde la protagonista es la amistad. No Fulano o Mengano, que tenían un amigo, no: la amistad. Muchos han leído “Reencuentro”, de Fred Uhlman, porque es un libro breve, ameno, y entrañable precisamente porque se palpa el valor de la amistad. Y más moderno, también con un gran éxito de lectores, “En lugar seguro”, de Wallace Stegner, también como ejemplo palpable de lo que es tener amigos, disfrutar de la amistad.

Podríamos citar un montón más. En clubdellector.com, en la búsqueda avanzada, si buscamos por tema “amistad”, salen 236 libros. Seguramente en cualquiera de esos libros, novela, juvenil, ensayo o teatro, saben mucho más de lo que es un amigo que en las redes sociales. Cuando oigo decir que tengo en Facebook o en lo que sea, doscientos amigos, pienso en cómo se deforma el lenguaje, como se pierde el sentido de las cosas.

Amistad supone entrega, conocimiento, dedicación. Normalmente surge de fines comunes, de aficiones coincidentes, de manera que es fácil juntarse con el amigo en planes, es fácil mantener conversaciones con fundamento; la dificultad a veces está en cortar, porque los amigos tienen siempre cosas que decirse. Si la afición común es la montaña entonces es todo más fácil, porque en una excursión en el monte se habla de todo y con abundancia.

Cuando éramos pequeños nuestros padres nos decían: “amigos poco y buenos”. Pero eso, lógicamente, es la medida de prudencia ante la inexperiencia del menor, que puede meterse en líos. Nosotros no tenemos un límite, aunque bien sabemos que es difícil mantener muchas amistades, sobre todo cuando uno tiene el tiempo bien lleno por el trabajo y la familia. Pero qué buena cosa es tener muchos amigos.

Amigos muchos y buenos… Malos amigos no existen. Si son verdaderamente amigos son buenos, porque la amistad supone el bien. A veces puede parecer que existe amistad entre ladrones, pero eso no funciona. En “Lo que el infierno no es”, de Alessandro D’Avennia, encontramos el valor de la amistad, entre Federico, el protagonista y el Padre Pino. Y aparece también la aparente amistad entre personajes de la mafia siciliana. A la mínima de cambio uno de ellos recibe un tiro, de uno de sus “amigos”, que lo mata, por una trivialidad. El Padre Pino influye decisivamente en la vida de Federico, porque es un hombre bueno.

¿Qué tendrá que ver esa amistad con los amigos de las redes sociales? Absolutamente nada. Puede coincidir que un buen amigo, además participa del grupo de wasap, pero eso es ya otra cosa. Sirve para avisar, para quedar, pero está claro que las amistades no se hacen así.

Y ya si hablamos de las mascotas, da un poco de vergüenza ajena. Personas hechas y derechas enamoraditas de su perro… Me da auténtica pena cuando veo a todo un señorón, de madrugada paseando al perrillo para haga sus necesidades. Pensar en que el perro es un amigo es olvidar totalmente las ideas más elementales sobre lo que es el hombre. El perro es algo, no es alguien.

Muchos amigos, es el mejor tesoro que podemos tener, pero si lo tuviéramos por tener un tesoro ya no sería un buen amigo.

Ángel Cabrero Ugarte

Alessandro D’Avennia, Lo que el infierno no es, La Esfera de los libros, 2018

Wallace Stegner, En lugar seguro, Asteroide 2015