Dios habla bajito

 

El Santo Padre Benedicto convocó en el 2011 un año de la fe y con ese motivo publicó una breve, pero muy importante, carta apostólica llamada Porta Fidei en la que nos decía que la puerta de la fe, la puerta estrecha de la fe, era la puerta del bautismo (n.1).

A continuación, señalaba con mucha razón, cómo muchos cristianos se habían quedado en la puerta, sin descubrir la riqueza de la fe, pues apenas habían entrado en el interior, para poder captar el calor de la fe, el calor de la vida cristiana. En efecto, Como sabemos muy bien, quien se queda en la puerta de una casa, donde hay corriente, fácilmente se enfría, se acatarra, sucede además que su fe se convierte en fe congelada, en la fe como un paquete de ideas, un código de conducta y un conjunto de creencias.

Es preciso, por tanto, no solo tener fe, sino vida de fe, es decir, una fe viva, operativa, actual, que se manifieste, en coherencia, con el amor, tal y como subrayaba el propio Benedicto XVI en la encíclica Deus Caritas est. Es más, decía el Papa Francisco en la Encíclica Evangelium gaudium, que Dios nos invita a una fe viva operativa, alegre y gozosa, llena de ideas para hacer la vida completamente feliz a Dios y a los demás (7).

La historia de un hombre es la historia de su oración, por tanto, cuando un hombre hace verdadera oración y esa oración es personal, intima, cordial y llena de complicidades, entonces es una oración que cambia la vida: “Se necesita valentía para aprender este idioma del silencio” (83)

Precisamente, en ese marco se mueve el nuevo libro de don José Benito Cabaniña, una persona que reza con la Sagrada Escritura en su totalidad, Antiguo y Nuevo Testamento, que ha aprendido a leer y a meditar la Escritura en los Padres y en la larga Tradición de la Iglesia, con los santos y hasta la actualidad (72).

La primera enseñanza de este libro, está contenida en el título del mismo: Dios habla bajito.  Precisamente, porque para poder escucharle hay que callar los sentidos externos y los internos, aguzar el oído con la penitencia y así aprender las claves para distinguir el rumor de las pasiones, del rumor de Dios que nos invita a la conversión.

¿Cómo puedo amar a un Dios a quien no veo con los ojos, ni toco con mis manos, ni escucho con mis oídos? Esta pregunta es clave. Puedo, pero a través de la contemplación de Dios en la oración, de la lectura de la Escritura, de la meditación de los comentarios de los Padres de la Iglesia, del ejemplo de la vida y obras de los santos. Puedo oír a Dios, si me dirijo a Él y escucho, delante de un sagrario, invocando al Espíritu Santo y haciendo penitencia para aguzar el oído del alma y con la ayuda de la dirección espiritual (92).

Así, quien ha aprendido a rezar, puede ser maestro de oración. Como el buen ladrón, que enseguida pudo ser guía del mal ladrón hacia su conversión. El libro dedicará gran parte de su atención a enseñar a hacer oración durante la Misa para después convertir todo el día en una Misa, de ese modo, la Misa será centro y raíz real de toda la existencia (222)

José Carlos Martín de la Hoz

José Benito Cabaniña Magide, Dios habla bajito. Claves para escuchar a Dios, ed. Palabra, Madrid 2018, 254 pp.