Esta nueva obra del Cardenal Herranz recoge los recuerdos de veinte años con los Pontífices Benedicto XVI y Francisco. Destaca el autor que ha tenido la fortuna de tratar con los seis últimos papas como ha recogido anteriormente en su libro «En las afueras de Jericó».

Experto canonista y presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos hasta hace unos años. Ha trabajado al servicio de la Santa Sede desde los años sesenta cuando participó en el Concilio Vaticano II y luego ocupando diversos cargos en la Santa Sede. «Desde entonces -considera- es mucha el “agua que ha corrido bajo los puentes del Tíber”: un concilio ecuménico, cinco cónclaves para la elección de nuevos papas, dos años santos multitudinarios, innumerables sínodos… y tres grandes reformas de la Curia romana, es decir del organismo que ayuda al papa en el ejercicio de su misión de pastor de la Iglesia universal».

Más que unas memorias esta obra es la exposición de las cuestiones importantes tratadas durante tantos años, con abundante y precisa documentación compatible con la fluidez del relato. Un mundo en crisis y una Iglesia que navega en medio de las tormentas necesitan la esperanza y el buen trabajo de los pontífices y de sus colaboradores como Julián Herranz. Es un libro optimista y positivo con un enfoque de fe vivida que destaca lo mejor de las personas y el valor de las crisis para quien sabe que Dios actúa siempre en su Iglesia. Merece ser destacada su comprensión con todos aun en los casos difíciles y hablar bien de las personas sin soslayar algunas dificultades. El Cardenal Herranz es un hombre de Iglesia y de Dios.

El lector puede informarse con profundidad y serenidad sobre acontecimientos de las últimas décadas y comprobar que en la Iglesia se trabaja con sentido sobrenatural y caridad con las personas, buscando el bien de las almas. Por señalar algunos temas escribe sobre las mejoras de la Curia romana; el postconcilio y sus vaivenes; el caso de los lefevrianos; el llamado Vatileaks; el precónclave que elegiría a Benedicto XVI; el impulso a la evangelización de puertas abiertas del papa Francisco; algunas hostilidades respecto a este Papa; sus esfuerzos continuados por la paz; y naturalmente sobre la misión de los laicos y de las mujeres en el mundo y en la Iglesia.

También recuerda con emoción los veinte años que ha convivido con san Josemaría de quien ha aprendido el amor a la Iglesia y al papa, que ha podido desarrollar a lo largo de más de cincuenta años.

En el capítulo XX aborda una cuestión actual de importancia para los expertos y también para los fieles, aunque no entren en detalles. Se refiere a la reciente Constitución Apostólica «Praedicate Evangelium» de 2022 sobre la reforma de la Curia romana. Explica las nociones de Pueblo de Dios y de sinodalidad, ya establecidas por el Vaticano II, de actualidad por la incorporación de los fieles laicos al gobierno de la Iglesia, algo debatido por los expertos y con importantes repercusiones doctrinales y canónicas.

Algunos canonistas consideran que es una misión canónica recibida como participación vicaria en la potestad de gobierno recibida por el sacramento del Orden, mientras que otros ven esa capacidad fundada en cambio en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación como cooperación laical en el gobierno.

El autor considera que no es cuestión menor en la concepción del apostolado de los fieles laicos, que tienen como misión la evangelización en el mundo tratando de ordenar las realidades temporales según el Evangelio, no como una prolongación o envío de la jerarquía, dejando a salvo la distinción esencial entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial. Es decir, cuando algunos laicos, hombres o mujeres, sean designados para presidir un determinado dicasterio será en virtud de su condición de bautizados, no incluyendo aquellos organismos que tratan directamente el sacramento del Orden como el de los obispos, el del clero y el de los religiosos. Herranz se refiere también a otros puntos a tener en cuenta al revestir canónicamente esta Constitución, acerca de la economía o algunos tribunales del Estado del Vaticano.

En resumen, considera que esa participación en el gobierno representa una novedad anclada en el Vaticano II y requiere un adecuado ropaje canónico. A la vez recuerda que la Iglesia no es democrática en sentido sociopolítico sino el Pueblo de Dios en camino que se desarrolla en la historia superando clericalismos y laicismos.

Jesús Ortiz López

Julián Herranz. Dos papas. Mis recuerdos con Benedicto XVI y Francisco. Rialp. Madrid 2023, 2ª ed. 390 págs.