Teología espiritual

 

La figura del trapense Thomas Merton (1915-1968), poeta, novelista y escritor místico estadounidense, sigue siendo cincuenta años después de su muerte, objeto de estudio y de cierta fascinación, pues, aunque murió joven y lejos de su tierra, en circunstancias confusas, nos ha dejado un amplio legado por escrito. El curso de Teología espiritual en trece lecciones que impartió a los jóvenes novicios de la abadía de Getsemaní entre 1961 y 1964, y que ahora acaba de editarse en castellano, expone claramente y con bastante profundidad, gran parte de la tradición mística católica desde sus orígenes hasta el siglo XVI. La lectura de la edición que ha preparado Sígueme, muestra a un maestro del camino de la contemplación, primero porque lo conoce, pero sobre todo porque lo ha recorrido él mismo y porque, como el mismo concluye en muchos momentos de sus clases; sin oración de intimidad con Dios no hay verdadero cristianismo (12).

El Prof. Merton, desde la primera lección señala que es necesario: “vivir la teología de manera plena, profunda, completa. Sin ello, no hay santidad. Es desastroso separar la teología y la espiritualidad” (25). Enseguida acarará que: “Toda la ascesis cristiana queda resumida en ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga’ (Mc 8,34). el lado negativo supone la renuncia y el abandono de sí; el lado positivo conlleva el seguimiento de Cristo en nosotros, el crecimiento de la vida de la gracia en nuestro interior y la cooperación con el Espíritu Santo, más que la conformidad con un sistema moral o ascético” (28).

Es interesante la aportación de los padres de la Iglesia y, en concreto de Clemente de Alejandría que le dará impronta filosófica: “la misión de la escuela alejandrina, a la que los paganos acudían a ser instruidos junto con los cristianos (…) era propiciar el don de Dios. ¡Buscar el rostro de Dios por todos los medios posibles!” (54). Enseguida añadirá, sobre la Escritura: “Como el mar está abierto a todos, pero hay quien nada, quien comercia, quien pesca los peces; como la tierra es común, pero hay quien viaja, quien labra, quien caza, otro busca metales y hay quien edifica; así también, cuando se lee la Escritura, hay quien recibe de ella la fe, otro basa su conducta en ella y, por último, quien obtiene de ella la plenitud de la religión, y ello está relacionado con la gnosis” (55).

En el largo tratamiento de san Bernardo se detendrá en la humildad: “el problema de la vida espiritual reside en despojarse del amor propio y de la propia voluntad y cultivar el amor verdadero a Dios” (161). También las palabras de la Santa de Ávila: “Mirad que convida el Señor a todos. Pues es la misma verdad, no hay que dudar. Si no fuera general este convite, no nos llamara el Señor a todos, y aunque los llamara, no dijera: ‘Yo os daré de beber’” (207).

José Carlos Martín de la Hoz

Thomas Merton, Curso de mística cristiana en trece lecciones, ediciones Sígueme, Salamanca 2018, 249 pp.