Últimos datos de las relaciones fe y ciencia

 

Tras el éxito editorial alcanzado en Francia por Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, con su “best seller”, “Dios. La ciencia. Las pruebas. El albor de una revolución”, el célebre ensayo ha llegado finalmente a España.

Que la edición en castellano arribe tan tarde a nuestro país y en una editorial tan nueva, no es sino una manifestación más de lo que recordaba el prólogo del profesor de la Universidad de Oviedo Francisco José Soler Gil a la reconocida obra de Anthony Flew en ediciones Trotta “Dios existe” editada en castellano en el año 2012.

En efecto, ya entonces, el profesor Soler ponía al descubierto la manipulación y censura sistemática de las grandes editoriales españolas que están impidiendo, desde 1950, que el público intelectual español conozca los apasionantes debates que se están celebrando en Europa y en América, especialmente en lengua inglesa y francesa, sobre las relaciones fe y ciencia y, en concreto, sobre el origen del universo y más en concreto sobre las “posibles pruebas e indicios de la existencia de Dios”.

Nuestros autores apuntan al “debate fe y ciencia” desde la perspectiva novedosa de las “buenas relaciones” y, sobre todo, de la convergencia de muchos argumentos, indicios, sugerentes apreciaciones” a favor no sólo de la visión trascendente de la vida humana, de la existencia de lo sobrenatural y, en concreto, de la existencia de un Dios personal.

Lógicamente, la lectura serena y sosegada de la obra ayudará al lector a desintoxicarse de tantas objeciones racionalistas, desconfiadas y tergiversadas como se han enunciado en estos años en el “debate fe y ciencia”, para aterrizar en “el albor de la revolución del y si Dios existe” (pp. 21-27).

Evidentemente, las “pruebas científicas” aportadas son, como es lógico, “opinables” y mantienen una buena dosis de libertad, pues como decía el viejo adagio medieval “intelligo quia volo et non intelligo quia non volo”. Indudablemente, para muchas personas que no desconfían de Dios les ayudarán a reflexionar, a pensar y, con la gracia de Dios, recalar en la fe. A otros, les servirá para pasar del ateísmo al agnosticismo y, finalmente a otros les puede llevar del ateísmo al teísmo. Finalmente, otros a nada.

El principal mérito de este trabajo, a mi modo de ver, es el abundante número de descubrimientos científicos que aborda. Por ello Elvira Roca Barea, gran fustigadora de las leyendas negras, señala en su prólogo que el número de libros vendidos en un país libre como Francia significa que las pruebas acumuladas y la seriedad científica de su exposición avalan este trabajo que provocará reflexión.

Lógicamente, deben abstenerse de su lectura los avezados especialistas sobre la materia que llevan años concentrados en la cuestión y están ya de vuelta de volver a revisar una teoría tras otra que niega la existencia de Dios o que intentan demostrarla. Conviene meterse en el partido pues hay debates apasionantes y apasionados, como las relaciones entre el campo gravitatorio y el campo eléctrico que los científicos no han divulgado.

José Carlos Martín de la Hoz

Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, Dios. La ciencia. Las pruebas. El albor de una revolución. Ediciones funambulista, Madrid 2023, 573 pp.

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Bolloré y Bonnassies piensan que el desarrollo actual de las ciencias arroja luz sobre la existencia de un creador infinitivamente inteligente que explica la existencia del universo. En este volumen de casi 600 páginas recogen los últimos avances de la astrofísica y la biología evolutiva haciendo un meritorio trabajo de explicarse para el gran público, aunque no es fácil conseguirlo. De todos modos su lectura resulta sugerente frente a los prejuicios y apasionante en la exposición. Las conclusiones últimas quedan en manos de los lectores.

Consideran que ya es “casualidad” que aparecieran los primeros elementos de la materia y mucha más “casualidad” que se hayan dado las condiciones para que la vida exista, y que la tierra sea el balcón del universo, con unas condiciones óptimas para la vida y la observación del más allá.

Constatan que los científicos comprueban que el espacio, el tiempo y la materia no tienen en sí la razón de su ser, y apuntan más bien a que tienen un origen y un final, el Big Bang y la entropía están comúnmente aceptadas y comprobadas como materia, que pide fundamento y ésta es precisamente la pregunta es filosófica. ¿Hay una causa eficiente capaz de fundamentar ontológicamente la realidad y dar razón suficiente a nuestra inteligencia? ¿O quizá todo es producto del azar?

Si damos un paso más entraríamos en el campo de la filosofía.  El filósofo encuentra que cada cosa no tiene en sí misma su fundamento porque ha sido causada “desde fuera” de sí misma, y que el azar o la casualidad pospone la cuestión sin resolverla; no hay que detenerse en el dedo que señala (las ciencias empíricas) sino mirar a la luna.

Los autores no se proponen las respuestas filosóficas aunque el lector atento recogerá este bagaje científico avanzado para hacerse la gran pregunta quién es Dios, cuál es su realidad, qué me pide, y qué relación puedo tener con él. Y así entramos en el ámbito de la religión como relación confiada con Dios que habla y espera respuesta, que quiere el bien de cada persona y que concede sus dones a quienes se le acercan con humildad, es decir, reconociéndose como criaturas que no tienen en sí la razón de su ser, y que somos llamados gratuitamente a la existencia y a ser felices en el amor. Vale la pena este libro que se hace eco de los científicos contemporáneos que superan el empirismo y los prejuicios materialistas. Interesante el capítulo dedicado a cómo el materialismo dialéctico durante la dictadura rusa persiguió, encarcelando y ajustisciando a los científicos que reconocían el big bang, porque socavaba las bases del ateísmo programático.