Volver a la antropología

 

Estamos es un tiempo en el que tanto la cultura occidental como el pensamiento político, requieren una mayor fundamentación para poder así afrontar con acierto los retos que se nos presentan. Evidentemente la primera cuestión clave es la antropología, pues para respetar la dignidad de la persona humana, necesitaremos ahondar en qué es el hombre, es decir, ponernos de acuerdo en la antropología, base de la sociedad que deseemos construir entre todos

El libro del profesor Rafael Corazón, que ahora presentamos es fruto de muchos años de docencia e investigación, y en él se nos ofrece un buen resumen  de las aportaciones de la filosofía acerca de la Antropología. Qué es el hombre, y cómo conoce, es decir, cómo se conoce a sí mismo y al mundo que le rodea.

El autor, buen conocedor del pensamiento europeo desde la Ilustración nos invita, para encontrar la respuesta a la pregunta de la antropología, a volver a los clásicos. En primer lugar abordará la teoría del conocimiento y, así nos dirá frente a Descartes que "Hay que afirmar que, aunque en ocasiones se equivoquen, los sentidos nos dan a conocer cualidades reales de los cuerpos" (71). Y continúa afirmando: "Por esta vía de conocimiento que partiendo de los conceptos continúa con los juicios y acaba en el razonamiento, se llega a conocer qué es lo real" (84).

Enseguida se refiere al concepto de causa: "A través de los conceptos, del juicio y del raciocinio, es posible conocer las causas; este tipo de conocimiento no se logra, en cambio, mediante ideas generales. Saber el porqué de algo es saber su razón de ser, su sentido"(85).

Una vez estudiado la teoría del conocimiento, el autor nos llevará a la clave de la antropología clásica, el concepto de persona: "El hombre es un fin en sí mismo porque es persona, porque no está en función de otros sino que, directamente, está llamado a la trascendencia, o sea, a Dios" (89). En ese sentido abordará el evolucionismo con sentido crítico y después de explicar la espiritualidad del alma afirmará: "La ciencia es obra del hombre, no al revés, y, por tanto, no es un límite para el pensamiento, sino solo un modo de conocimiento" (134).  Y continúa: "la relación del hombre con la naturaleza es de coexistencia: el hombre coexiste con ella, pero ella no coexiste con el hombre. Es el hombre el que toma la iniciativa, el que la trabaja, el que le da forma (la trans-forma) y la habita. Por eso no hay ‘adaptación, y los hombres viven tanto en los polos como en los trópicos o en el ecuador. En todas partes habita, no porque el ambiente le sea favorable, sino porque trabaja. Y trabajar es dar forma según un proyecto previo, un plan pre-concebido; es decir, el hombre se adelanta al futuro, lo prevé y lo anticipa” (145). Y más adelante añade: “El ser humano, por tanto, no es pura naturaleza, como los demás seres vivos, sino un sujeto que actúa según la naturaleza humana (…) de una persona, de un ser libre” (155). Y concluirá: "La libertad es el fundamento de la dignidad de la persona porque indica que la persona está destinada a la trascendencia, a Dios, y que, por eso, cada persona es una novedad, no un caso o especie biológica" (214)

 

José Carlos Martin de la Hoz

 

Rafael Corazón, Por qué pensar si no es obligatorio, ed. Ríalp, Madrid 2014, 234 pp. 9788432144394.