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De televidentes a lectores

Es interesante constatar que el lector habitual pone bastantes medios para que los demás también lo sean. El gozo que lleva consigo la asimilación de libros de un modo constante, aunque sin obsesiones, es algo que desea compartir. Es verdad que puede repercutir en beneficio del propio lector, pues es muy gratificante poder hablar de libros con los amigos, o escribir para beneficio del prójimo, pero en principio el deseo de convertir a los demás en lectores es bastante desinteresado.

Pasión por el libro, pasión por la biblioteca

Son numerosísimas las buenas obras literarias en las que el autor aprovecha cualquier excusa para hacer un elogio encendido del libro o vierte sus razones por las que habría que leer mucho. La razón es sencilla, ese autor, que está escribiendo una obra de mayor o menor enjundia, se sabe deudor de su afición a los libros. No hay escritor sin lector. Y el escritor goza en su labor. Por eso se pueden encontrar infinitos argumentos que apoyan la importancia de la lectura y que manifiestan el amor al libro.

Fantasmas

En mis manos han caído, en tiempo casi coincidente, tres libros de “apariciones”. Ha sido totalmente casual, no creo  que haya ninguna causa oculta que lo haya provocado. “La puerta del cielo”, de Reyes Calderón, me interesó cuando lo vi en la librería, por el tema, que se adivina en cuanto se ojea mínimamente, a pesar de la portada, que es poco atrayente. Me pareció atrevido el asunto, por complicado, sobre todo cuando no se pretende un planteamiento morboso. Las posesiones diabólicas, en otros autores, pueden dar lugar a situaciones rocambolescas y desagradables. También en este libro hay situaciones desagradables, como para quitarle el sueño a más de uno. Pero esta autora, de quien no había leído todavía nada, me pareció que podría tratarlo de manera adecuada.

¿El destino o el sentido?

Sorprende con qué superficialidad se habla, con bastante frecuencia, del destino del hombre, no sabemos si como un comentario intrascendente, no pensado, o si, más bien, se utiliza esa palabra conscientemente y, por lo tanto, como expresión de falta de libertad. Porque hablar del destino es semejante a pensar que está escrito y previsto qué va a ser de la vida de cada quien. Desde luego sí es frecuente constatar que muchas personas no creen en la libertad, lo cual produce una impresión verdaderamente penosa.

El ruiseñor y la rosa

¿Quién hay que entienda verdaderamente qué es el amor? El ruiseñor del cuento de Oscar Wilde se enternece ante el apasionado enamoramiento del estudiante. Su amada le ha dicho que bailará con él si le lleva una rosa roja. ¿Es porque sabe que no la va a encontrar? ¿Es porque quiere medir su amor poniéndole una prueba difícil? Es invierno y no encuentra solución, y se desespera y llora. Una lagartija y una mariposa que pasan por allí no pueden entender que llore por una rosa y se mofan del joven. Pero el ruiseñor conoce la historia y se conmueve.

Libertad de expresión

En la inmensa manifestación de París de hace unas semanas se pedía, aparentemente, libertad de expresión. Sin embargo no serán pocos los que entendieron, más bien, que se trataba de un posicionamiento de Occidente contra los yihadistas. Parecía más una provocación que una reclamación de derechos. Miles de personas –sin duda no todos los manifestantes, aunque pudiera parecerlo- portaban un cartelito que decía “Yo soy Charlie Hebdo”.

La gravedad del divorcio

 

Hace apenas unas semanas ha tenido lugar una manifestación popular contra el aborto. La cifra de los organizadores o la de la policía es indiferente: había mucha gente. Sin duda hay muchos otros que no fueron y están igualmente sensibilizados ante la gravedad del aborto. Pero yo ahora me pregunto ¿qué pasaría si alguien intentara convocar una manifestación contra el divorcio? O quizá ¿quién estaría dispuesto a organizar semejante evento?

El paraíso

¿Cómo es el cielo? A un conocedor del Nuevo Testamento quizá lo primero que le viene a la cabeza es aquel “ni ojo vio ni oído oyó lo que Dios tiene reservado a los que le aman”, de San Pablo en la primera carta a los Corintios. Pero precisamente esa afirmación, llena de esperanza, nos deja también con la incógnita, porque “ni ojo vio ni oído oyó”, nadie puede ni imaginar, y nos resulta difícil llegar a alguna conclusión.

Literatura juvenil: dos tendencias

Soy consciente de que es una simplificación muy grande, pero cuando hablo de dos tendencias que me parecen significativas no descarto que podamos reseñar algunas otras, intermedias, que tomen de aquí o de allá. Pero rastreando entre los títulos habituales en las librerías creo que es posible englobar la mayoría en dos tendencias generales.

La libertad y la entrega en el matrimonio

Mucho se ha hablado del Sínodo, pero hay que recordar que no tiene sentido hablar de conclusiones. El Sínodo extraordinario es preparación del ordinario. Queda un año. Un año de reflexión y estudio.  Y al ver a tantas parejas que no se casan, algunos adelantan una recomendación: hay que animar a los jóvenes para que se casen. Pero el problema no está en si se casan o no, sino cómo se casan o por qué no se casan.

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