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¿Ver para creer?



"Si no lo veo no lo creo". Éstas
palabras del Apóstol Tomás son paradigmáticas de la cerrazón ante la fe, y las
escuchamos en estos días de la Pascua terminando con la afirmación de Jesús:
"Bienaventurados los que sin ver creyeron". Porque la fe se necesita
para admitir lo que no se ve, lo que no se oye o no se toca.


La armonía de la Cuaresma

La Cuaresma es el momento más adecuado para

buscar la armonía de la vida. Es la ocasión de acallar las estridencias,

retocar los desajustes, templar las faltas de tono. En el correr de la vida

desafinamos mucho y con demasiada frecuencia. Corremos tanto que el alma se

desencaja.

 

La fe como provocación

El mundo no creyente es tan mediático que algunos

pueden pensar que eso es todo lo que hay. Sin embargo la mayor parte de las

personas que conozco creen. La mayoría cree en Dios. De esa mayoría, la mayoría

cree en Jesucristo. Lo que pasa es que una mayoría de esa mayoría vive, de

hecho, lejos de la religión. Seguramente sólo porque no se lleva. Dice poco de

un creyente que se arrugue ante el ambiente agnóstico, pero es así.

La comprensión


Verdad y veracidad



En nuestra sociedad podemos
detectar una cierta preocupación por la
verdad. En realidad, preocupa más la sinceridad, porque
asistimos a una paradoja: muchos que no valoran la Verdad última y absoluta, no
están, sin embargo, dispuestos a prescindir de la veracidad.


 


El matrimonio, único e indisoluble



Es notorio en las últimas semanas un cierto
nerviosismo entre algunos miembros del gobierno, por la concentración sobre la
familia convocada por los obispos. Por ejemplo hemos oído afirmaciones como: "no
se puede decir que el divorcio disgrega la democracia".


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