Muchas veces el papa Benedicto XVI comentaba ese pasaje del Evangelio de unos griegos que dijeron a Felipe: “Queremos ver a Jesús” (Io 12, 20). Entonces Felipe, aprovechando su confianza e intimidad con Jesús decidió servirles como anfitrión y se dirigió al Maestro. Lo conmovedor es que el Señor le espetó: “si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Io 12, 24). Quedaba clara, para siempre, la importancia de avalar la oración con el sacrificio.