Hay muchos aspectos de la vida para pensar en que Europa se está degradando a pasos agigantados. Ya sabemos, se empieza por dejar de lado la vida cristiana y, pronto, se precipitan las inmoralidades más preocupantes. Ya no es cosa de que existan personas que se olvidan de los modos corrientes de ser según la naturaleza, es que son los mismos políticos, en su afán por contentar a unos cuantos, quienes convierten el sistema legal de normas de planteamiento cristiano a unas cuantas leyes perversas.

Entonces resulta que hay hombres y mujeres que no se casan. Se juntan durante un tiempo. Si los matrimonios se rompen con gran facilidad, por las leyes que lo favorecen, las parejas no casadas ya no digamos. Esto significa que tanto el hombre como la mujer no piensan en el otro, piensan en sí. Se acaba el amor. Estamos ante una sociedad egoísta. Cada uno a lo suyo. Esta tendencia termina influyendo en muchos matrimonios, aunque estén legítimamente constituidos. El solo hecho de la posibilidad del divorcio hace que un número importante de los que se casan consideran, incluso desde el principio, la posibilidad de que eso se acabe.

Y, claro, no hay hijos. Y si los hay es uno o dos, para regocijo de los padres, y tarde, es decir, cuando son ya mayores. Escasez de natalidad, mala educación de los hijos, nula práctica cristiana de un porcentaje importante de los jóvenes o menos jóvenes que se casan o no se casan. Y Europa se vacía.

El Cardenal del Congo, Fridolin Ambongo ha declarado a La Croix: “No hay más que ver los datos objetivos, las estadísticas. Creo que usted conoce la situación de la Iglesia en Europa. La Iglesia en Europa se está muriendo, y cuando vas a las iglesias, están vacías. Las personas que acuden a ellas suelen tener más de 70 años. Cuando estas personas ya no estén, ¿quién asistirá a sus iglesias?”. Y pone en contraste la situación de la Iglesia en África: “Por otro lado, cuando vas al sur, a África, la Iglesia está creciendo, no sólo en cantidad sino también en calidad. Todo indica que el futuro de la Iglesia está en África, porque también en África, cuando vas a todas partes, hay gente joven”.

Para este cardenal congolés, se torna prioridad “cuidar a nuestros jóvenes porque son verdaderamente el futuro de nuestra sociedad, el futuro de nuestra Iglesia”. Esto es algo que ya han dicho muchas personas que conocen ese ambiente y ven el gran contraste. Da mucha pena ver el panorama en Europa, pero nos alegra esa realidad africana, porque serán ellos quienes nos evangelicen.

Mientras tanto no estaría de más que pensáramos en qué se puede hacer. Hay todavía muchos cristianos empeñados, también en nuestra sociedad, en enseñar con el ejemplo, en vivir de un modo notoriamente fiel, porque no hace falta hacer nada raro para ver que una persona es católica y vive como tal.

En medio de ese ambiente turbio que mancha Europa -aunque da gusto mirar a Polonia y algunos otros reductos-, en cualquier rincón europeo y, desde luego, en España, vemos excepciones, vemos que hay cristianos. Se nota en la cara, en el modo de ser. Nos da alegría comprobar que todavía hay focos de luz y amor cerca de nosotros. Y eso, sin duda, nos hace pensar en lo que podemos hacer cada uno.

Ángel Cabrero Ugarte

Comentarios

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Me vienen a la cabeza dos casos, uno de ellos muy curioso y más bien antiguo. Una pareja que comenzó a convivir sin casarse y llegaron a tener cuatro hijos. Él llegó a alcanzar un puesto relevante y entonces se les planteó la necesidad de casarse, pero no se atrevían por la imagen pública; ¿qué iban a decir sus amigos y conocidos, qué iban a decir en la empresa si aparecía que habían llegado a tener cuatro hijos sin casarse? No sé cómo terminó la historia, pero yo les informé de que en los Obispados hay un libro secreto de matrimonios y que podían hacerlo sin dar cuartos al pregonero, es decir sin publicidad.
El segundo caso es el de una pareja, no casada, que tenían una hija. El joven murió en un accidente de tráfico y ¿quienes le heredaron? Sus padres, porque ella no constaba en ningún sitio como esposa o pareja del fallecido ni la niña como hija. Como contrapartida, los abuelos no tenían derecho de visitar a su nieta ya que no se deducía de ningún documento que lo fueran.
Mucho me sorprende cuando le pregunto a alguna joven si está casada y me contesta que no, y luego alguien me dice en un aparte y como en secreto que vive con un chaval no se sabe hace cuanto tiempo. También es llamativo cuando una divorciada dice que está soltera; no está soltera, está divorciada. Llamemos a las cosas como son, sin disfrazarlas.
Por lo menos ésta es mi opinión.