Contrariamente a lo afirmado habitualmente, no había en 1934 el menor riesgo de "golpe de Estado fascista". Y suponiendo que lo hubiera habido, no era desde luego llamando a instaurar "la dictadura del proletariado" como se podía defender la democracia: tal es la tesis central de este libro que considera la revolución de 1934 (circunscrita a Asturias y Cataluña, pero prevista para toda España) como el verdadero inicio de la guerra civil que se concretaría menos de dos años después.