El misterio de la cripta embrujada

Las enigmáticas desapariciones de niñas del colegio de las madres lazaristas de San Gervasio son el punto de inicio de la aventura indagatoria que tiene como protagonista a un cliente del manicomio, quien, obligado a convertirse en investigador, se verá envuelto en toda clase de percances de los que logrará salir llevando a cabo su cometido y descubriendo una intrincada farsa de gente pudiente.
Aparentemente nivelada y lisa, la escritura de Mendoza constituye un espléndido ejemplo de investigación literaria personal, ajena a todo mimetismo, que ahonda en las posibilidades de volver del revés, sin infringirlas a primera vista, las posibilidades del relato tradicional, e indagar así, como un buen detective, o como un personaje de Henry James en el dibujo que se nos muestra al dorso del tapiz de la trama. Una farsa burlesca y una sátira moral y social que tiene sus raíces últimas en la picaresca y en el modelo cervantino.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2002 Seix Barral
192
9788432230073
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2
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"El misterio de la cripta embrujada" es la parodia de una novela policíaca, en la que el investigador es un astroso personaje, residente habitual en un centro de salud mental. Sólo la elección del protagonista anunca el caracter burlesco de la obra. El autor selecciona una serie de personajes de sainete: un policía franquista, un rico y corrompido industrial y su hija, una prostituta o una monja. Se ha hablado del "cervantismo" de Eduardo Mendoza; lo son su humor y sus personajes aunque en ocasiones tiendan a lo vulgar. También es cervantino el uso virtuoso del lenguaje, en parte culto, en parte castizo y popular. Si Cervantes en El Quijote persigue un fin didáctico -también paródico-, Mendoza se caracteriza por el uso desbocado de la imaginación. No toda la novela está a la misma altura; en mi opinión el comienzo es más flojo y alcanza las cotas más altas en la segunda mitad; y es que no debe ser fácil la combinación de humor, fantasía y un lenguaje chispeante. Cuando el autor lo consigue resulta fascinante. Tampoco se molesta Mendoza en cerrar la novela de un modo creíble. Resulta innecesario. De hecho no hay nada creíble en ella, pero tampoco lo hay en El Quijote. Se trata de un divertimento para su autor y un entretenimiento para el lector, ya que se lee con suma facilidad.