La mujer, históricamente, ha sido denigrada como un ser inferior al varón, o vista como un ser privilegiado. La Dra. Alice von Hildebrand caracteriza en El Privilegio de Ser Mujer las diferencias entre ambos puntos de vista, basadas en distintas visiones del hombre: la secularista y la sobrenatural. Al argumentar la superioridad de los varones a través del tiempo en fuerza, poder, éxito y creatividad, la obra expone cómo los esfuerzos del feminismo para lograr la igualdad imitando a éstos son antinaturales, insensatos, destructivos y frustrantes. Con belleza y erudición, profundiza en el privilegio que tienen las mujeres de ser naturalmente más capaces que los varones para involucrarse en lo humano: su entrega, mayor sensibilidad, dignidad, belleza, heroicidad para el sacrificio, y una gran habilidad para despertar lo mejor del varón a través de su debilidad y su ternura. Por encima de todo, el papel de Santa María Virgen en la Encarnación señala el verdadero privilegio de ser mujer. En María, virginidad y maternidad se encuentran exhibiendo, en grado máximo, los dones femeninos de la pureza, la receptividad ante la palabra de Dios y la capacidad para dar y nutrir la vida. La decisión de Cristo, quien asumió la debilidad humana como hijo de mujer, transformó la debilidad femenina en fortaleza que triunfa a modo de sacrificio conjugado con la sabiduría, dando como fruto una mayor valoración de los bienes de la vida y de la creatividad verdadera.
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Alice Von Hildebrand emprende
Alice Von Hildebrand emprende en este breve libro una defensa de la mujer en tonos contradictorios a los que esgrimen las feministas. Adopta un planteamiento cristiano y, de hecho, advierte que Simone de Beauvoir y otras de las primeras feministas se posicionan contra el cristianismo. Los argumentos que la autora esgrime están sacados de la misma naturaleza de la mujer y de las ideas presentes en la Sagrada Escritura, especialmente del Evangelio. En este sentido no es fácil de mantener, ante unos planteamientos feministas notablemente alejados de la religión, las razones, de tono claramente cristiano que expone. Ante la debilidad propuesta por los feministas como insulto, plantea la debilidad de un Dios que se encarna, que se hace un niño, pequeño, que en ningún momento es un poderoso de la tierra, precisamente para ensalzar esa posición, de humildad, que es virtud cristiana. Pero claro, buscar el valor de la humildad fuera del cristianismo es bastante complicado. También se explaya manifestando el valor tan grande los sentimientos, que tantas veces se han achacado a las mujeres como defecto. Y todo este planteamiento se manifiesta especialmente claro cuando se habla del cuerpo femenino y la maternidad, algo que se ve como un don, como una joya, como algo maravilloso a la luz de la Creación. Sin admitir la acción de Dios en la creación todo lo que se refiere a la maravilla de la maternidad se ve de modo negativo y peyorativo. Leer artículo >>