Sucederá la flor

Ésta es la historia de un hombre que espera. Como tal vez lo sea, en el fondo, toda historia. Un hombre que espera y cuida a un niño enfermo que también lo cuida a él. Su realidad implacable constituye el germen de Sucederá la flor, libro de sustrato autobiográfico educado en la grandeza lírica de Christian Bobin, en su prosa fragmentaria, su reflexión moral y su tensión metafórica. Nadie sale indemne de aquí. Ajeno al largo imperio del desencanto, Jesús Montiel convierte la sencillez revelada en un laboratorio subjetivo. Devuelve a quien mira una candidez incómoda para el cinismo de nuestro presente, y es justo por ello muy necesaria.

A raíz de la leucemia que uno de sus hijos padece, el autor reflexiona sobre el dolor, la eperanza, la paternidad. 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2018 Pre-Textos
60
978-84-17143-42

Buena edición de la colección de narrativa de Pre-Textos.

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Género: 
Libro del mes: 
Mayo, 2019

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Comentarios

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Un pequeño gran libro que se lee en poco tiempo y que apetece que hubiera seguido otro tanto de páginas. 
Es poesía en prosa en la que en una situación muy "normal" del protagonista, profundiza con realismo y gran porción de optimismo en muchas facetas de la vida cotidiana. 
Una delicia que recomiendo. 

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Da gusto leer un libro bien escrito y que ayude a la reflexión serena, con una visión amable y agradecida en medio de una situación descontrolada.

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Novela breve, casi se diría un “folleto”, la segunda de este género del autor granadino, de corte autobiográfico. Escrito con un estilo poético en prosa, íntimo, la narración, aunque mínima, aborda una historia hermosa, tras la que se oculta el desasosiego de un padre abrumado ante la inesperada enfermedad de su hijo más pequeño, enfermo. Ante lo inexplicable de la situación el autor-narrador hace observaciones precisas sobre la enfermedad y lo que en la vida del niño y en la suya propia supone de cambio de perspectiva cuando se convierte en el centro alrededor del cual gira todo. El niño sufre y el padre aprende. Cambia radicalmente su escala de valores. Descubre lo que es importante de lo que no lo es. Su hijo, sin proponérselo, es el motor de este cambio radical.
El autor escribe el libro dos años después de que su pequeño fuera diagnosticado de leucemia y tuviera que pasar largas temporadas en el hospital luchando con ello.
Dirigiéndose a su hijo, el autor recrea esos difíciles momentos utilizando imágenes vivas con las que logra trasmitir su estado de ánimo en ese tiempo.
Con un estilo reflexivo intenta buscar  una explicación, y sin encontrarla del todo, a la incongruencia que supone la enfermedad de un niño: “Un niño enfermo es un libro escrito por Dios con la tinta sagrada del sufrimiento en el dialecto de un amor que no se inquieta ni exige explicaciones”.
Aunque muy emotivo, el libro no se deja llevar por el sentimentalismo ni la ingenuidad. Siendo realista implacablemente en su exposición, el autor elige un lenguaje absolutamente poético para trasmitir su entusiasmo vital frente al dolor y el sentido de la trascendencia.
Es un libro que deja huella. Impresionante. Muy bien escrito. “Esta es la historia de un hombre que espera”. Vive esta esperanza, pero no en un compás de espera pasiva, sino activamente. A diario aprende por dónde debe ir. No se rinde al desencanto, y su actitud devuelve al espectador algo del cinismo del presente. Juega también con los tiempos de silencio. En una sociedad en que impera la dictadura del movimiento “su escritura persigue una temporalidad que rebosa en la quietud” (Erika Martínez). Esta obra, brevísima, “medita con plena conciencia de lo incompleto. Propone a un hombre inseguro, no sujeto, capaz de crecer desde su propia retracción  ante la luz, un pájaro, cada objeto”
Es una gran obra para pensar en la fuerza transformadora de la enfermedad; la extrañeza que produce en el mundo y las personas; la crudeza moral y afectiva que nos devuelve. Reflexiona sobre la fragilidad o la ternura de un hombre que ama, su delicadeza en el ámbito del amor paterno filial. Un canto de amor, que finalmente lleva a Dios.
Creo que su lectura puede hacer un gran bien. Lo considero una auténtica joya literaria.
 

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Este libro, en su insignificancia -55 páginas- tiene mucha más riqueza que tantas novelas gordotas -engordadas de manera forzosa- que llenan las librerías. Este librito es una joya que no dudo en aconsejar a todos. La esperanza, como voz de fondo, el dolor de la enfermedad ajena, como recurrencia en cada página, pues es la preocupación del autor. ¿Autobiográfico? No se dice, se presiente. En cualquier caso, sabiduría para cualquier lector, porque todos nos encontraremos en la vida con el dolor, y lo difícil es verle un sentido. Jesús Montiel es poeta, y se le nota en el oficio para decir tan bonitas las cosas. Leer artículo 1 >>, leer artículo 2 >>

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Jesús Montiel ha traducido al escritor francés Christian Bobin y esto se nota en el estilo fragmentario del libro y en el tono de este breve texto, en el que se mezclan descripción y reflexión, a raíz de la leucemia que padece un hijo suyo de pocos años. Ante el sufrimiento de un niño, es difícil decir algo e intentar comprender el misterio del dolor de un modo racional. Jesús Montiel cuenta su experiencia con sinceridad y valentía, con asombro, con esperanza, aprendiendo de su propio hijo y de las reacciones de las personas que lo atienden y lo rodean, descubriendo otra realidad, otra belleza, que se nos escapa a menudo en nuestro entorno individualista y consumista que evita enfrentarse al dolor y la muerte. Un libro de una gran calidad literaria que invita a pensar sobre lo que da sentido a nuestra existencia.