Imagínese transportado dos mil años atrás, a Galilea, justo en el momento en que Jesús pronuncia su Sermón de la Montaña. Después de escucharle, ¿abandonaría sus convicciones religiosas y su ideología para seguirle, o se aferraría a sus propias convicciones y se marcharía? En Un rabino habla con Jesús Jacob Neusner se plantea este viaje espiritual. «Neusner, judío observante y rabino, creció siendo amigo de cristianos católicos y evangélicos, enseña junto a teólogos cristianos en la universidad y siente un profundo respeto por la fe de sus colegas cristianos, aunque por supuesto está totalmente convencido de la validez de la interpretación judía de las Sagradas Escrituras. Su profundo respeto hacia la fe cristiana y su fidelidad al judaísmo le han llevado a buscar el diálogo con Jesús. En este libro, el autor se mezcla con el grupo de los discípulos en el `monte` de Galilea. Escucha a Jesús, compara sus palabras con las del Antiguo Testamento y con las tradiciones rabínicas fijadas en la Misná y el Talmud. Ve en estas obras la presencia de tradiciones orales que se remontan a los comienzos y que le dan la clave para interpretar la Torá. Escucha, compara y habla con el mismo Jesús. Está emocionado por la grandeza y la pureza de sus palabras pero, al mismo tiempo, inquieto ante esa incompatibilidad que en definitiva se encuentra en el núcleo del Sermón de la Montaña. Luego acompaña a Jesús en su camino hacia Jerusalén, se percata de que en sus palabras vuelve a aparecer el mismo tema y que va poco a poco desarrollándolo. Intenta continuamente comprender, continuamente le conmueve la grandeza de Jesús, y vuelve siempre a hablar de Él. Pero al final decide no seguirle. Permanece fiel a lo que él llama el `Israel eterno`. El diálogo del rabino con Jesús muestra cómo la fe en la palabra de Dios que se encuentra en las Sagradas Escrituras resulta actual en todos los tiempos: a través de la Escritura el rabino puede penetrar en el hoy de Jesús, y a partir de la Escritura Jesús llega a nuestro hoy. Este diálogo se produce con gran sinceridad y deja ver toda la dureza de las diferencias; pero también transcurre en un clima de gran amor: el rabino acepta que el mensaje de Jesús es otro y se despide con una separación que no conoce el odio y, no obstante todo el rigor de la verdad, tiene siempre presente la fuerza conciliadora del amor». (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret) La edición española incluye, por primera vez, un epílogo-respuesta de Jacob Neusner a Benedicto XVI.
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En esta obra el rabino Neusner explica por qué no hubiera seguido a Jesús si le hubiera oído predicar en Galilea. Jesús –dice- pretende sustituir los preceptos de la Torá (ley de Dios entregada a Israel a través de Moisés) por los suyos propios. Peor aún –continúa- afirma que no ha venido a abolir la Ley y a continuación rechaza aspectos tan centrales de la misma como las normas que rigen la pureza de los alimentos. Para Neusner Jesús no comprende la diferencia entre la pureza ritual y la impureza moral o pecado; ello le lleva a desestimar la primera. El pueblo de Israel desaparecería si se eliminasen las normas rituales. Es la observancia de la Torá lo que ha hecho subsistir al pueblo de Israel a lo largo de la historia. Tenemos el ejemplo del anciano Eleazar y de los siete hermanos macabeos los cuales prefirieron la muerte a comer carne de cerdo. ¿Acaso se equivocaron al hacerlo? La conclusión a la que llega Neusner es que Jesús habla del futuro Reino de los cielos, en tanto que la Torá se dirige a la santificación y organización del pueblo de Israel en la tierra. No hay puntos de coincidencia entre uno y otra. Neusner rechaza que Jesús fuera el Mesías anunciado ya que su venida no fue acompañada de los signos del Reino mesiánico: la paz universal y la aceptación por todos los pueblos del Dios de Israel. Aparentemente aquí está el error. Moisés, antes de morir, se despide de Israel y anuncia: "Yavé, tu Dios, suscitará en medio de ti un profeta como yo" (Dt. 18,15); luego el que ha de venir será como Moisés: gobernará al pueblo. "A él le oirás": Si el Mesías habla en nombre de Dios, igual que lo hizo Moisés, está claro que podrá cambiar la Ley de Israel ya que el legislador puede cambiar las normas que previamente él mismo ha dictado. Que no se establecerá la paz de inmediato se desprende del mismo texto: "A quien no escuchare las palabras que él dirá en mi nombre Yó le pediré cuenta" (Dt. 18,19). La cuestión central por tanto es saber si Jesús era el Mesías que había de venir; si lo era podía hacer todo lo que hizo, si no lo era el mismo Yavé advierte: "No le temas (porque no es mi profeta)" (Dt. 18,22). Jesús ofrece la prueba de credibilidad que le piden los judíos: "Si no hago las obras de mi Padre no me creáis, pero si las hago, ya que no me creéis a mi creed a las obras" (Io. 10,37). Como vemos en Neusner las tradiciones religiosas de un pueblo tienen una gran influencia en la opción religiosa del individuo, pero también advierte Nuestro Señor Jesucristo: "Ninguno viene a Mi si mi Padre, que me ha enviado, no lo trae" (Io. 6,44). Luego la aceptación de Jesús como Mesías es individual, y se produce a instancia de la gracia que Dios derrama sobre las almas. Afirma Neusner que su intención al escribir este libro ha sido hacer de los judíos mejores judíos y a los cristianos mejores cristianos, más seguros en su fe; por lo menos nos anima a leer las Sagradas Escrituras, a meditar en la persona de Jesús y en la intervención de Dios en la Historia, primero en el Antiguo y después en el Nuevo Testamento.
Despues de leer "Jesús de Nazaret" de Benedicto XVI, me entró ganas de leer a Neusner para conocer un poco mejor el mundo judío, su adoración por la Torá, su concepto de pueblo de Dios. Centra muy bien tres dimensiones de la vida de Israel: tierra, pueblo y culto. Me ha parecido totalmente respetuoso con Jesús y sus enseñanzas. Lo considera un maestro excelente, pero resalta las incoherencias que él encuentra por comparación con sus creencias. Salvación al final de los tiempos o santificación aquí y ahora. En el fondo, se trata de que Neusner tras profundizar en el Evangelio de Mateo no cree que Jesús sea el Cristo, el Hijo de Dios.
Jacob Neusner (Hartford, Connecticut, 1932) es una figura fundamental de los estudios académicos del judaísmo. Su labor se ha centrado en la construcción de puentes entre el judaísmo y otras religiones, creando así los cimientos para el posible entendimiento y respeto mutuo. Profesor en varias universidades norteamericanas, actualmente imparte clases de Estudios Religiosos en la Universidad de South Florida y de Religión en el Bard College neoyorquino. Además, es miembro del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y miembro vitalicio del Clare Hall de Cambrigde. Su producción científica es ingente, con más de doscientos títulos publicados, y su fama se ha extendido por todo el mundo gracias a la atención que Benedicto XVI ha concedido a Un rabino habla con Jesús.
De hecho, es actualmente el rabino en diálogo con Benedicto XVI, a quien admira por su sincera búsqueda de la verdad.
En su libro, dice Neusner, “explico de un modo directo y franco por qué, si hubiera vivido en la tierra de Israel en el siglo primero y hubiera oído el Sermón de la Montaña, no me habría unido al círculo de los discípulos de Jesús. Habría disentido, espero que respetuosamente, y estoy seguro que con razones sólidas”.
Para Neusner hoy resulta difícil que la gente entienda esta oposición, hasta tal punto están grabadas en nuestra civilización las enseñanzas del Sermón de la Montaña y otras palabras de Jesús. Pero en su libro quería ponerse en el lugar de los que las oyeron por primera vez, con toda su carga de sorpresa y exigencia, y discutirlas con Jesús. Pero además comenta que la gente tampoco entiende las condiciones de un diálogo interreligioso respetuoso, en el que se deben señalar las diferencias: "en base a ese criterio, propongo plantear una discrepancia judía en algunos puntos importantes de las enseñanzas de Jesús. Es un acto de respeto hacia los cristianos y de honor para su fe. Ya que sólo podemos discutir si nos tomamos recíprocamente en serio. Sólo podemos dialogar si nos honramos a nosotros mismos y al otro. En mi debate imaginario trato a Jesús con respeto, pero es también mi intención discutir con Él sobre las cosas que dice".
Libro de valor, si se atiende a los esfuerzos de un diálogo racional y constructivo, a la vez que respetuoso entre cristianismo y judaísmo.