Una juez frente al maltrato

Manual de divulgación sobre los aspectos judiciales de la violencia de género. Trata de responder a las preguntas que se hace una mujer que se ve en ese trance y acude a la Justicia. Incluye doce relatos sobre mujeres maltratadas, algunas de las cuales murieron y otras se encuentran en un Centro de Acogida donde reciben apoyo y tratamiento psicológico.

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2005 Debate
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Los malos tratos a las mujeres ya no son un hecho excepcional sino que acompañan a un porcentaje elevado de los matrimonios y parejas que se rompen. Si hoy se separa al menos un tercio de los matrimonios (escribo de memoria pero la cifra es al menos ésa), detrás de cada ruptura hay una historia de desencuentros y de de dolor que nunca conoceremos. Un tanto por ciento de esos casos entran en el ámbito de lo penal en forma de amenazas, malos tratos físicos y psíquicos, sustracción de menores e incumplimiento de los términos del convenio regulador de la separación o divorcio. Raimunda de Peñafort constata la indefensión de las mujeres maltratadas. En primer lugar porque no saben ejercitar sus derechos en la maraña de Comisarías y Juzgados; en segundo lugar porque han sufrido el menosprecio y anulación de su personalidad que las hace dudar de si mismas y en tercer lugar porque la máquina judicial no está preparada para atender a estas justiciables cuya preocupación principal es huir, en ocasiones para salvar su vida y la de sus hijos, y cuya urgencia no se adapta al carácter prolijo y lento de la maquinaria policial y judicial. Es lo que la autora llama "victimización secundaria", la que sufre la mujer en y ante los organismos administrativos y judiciales. Un policía no puede preguntar ¿qué le ha hecho usted a su marido para que la pegue? Pero ocurre; y el problema es que el maltratador ya ha inculcado en su víctima la convicción de que todo lo que le ocurre es por su propia culpa. Una pregunta como ésa es ilegal, ya que nada puede justificar la violencia; asume el punto de vista del maltratador y descoloca a la mujer a la que, en vez de pedirle hechos, sólo hechos, se le piden juicios de valor. La autora recalca la necesidad de que la mujer que comparece ante un Juzgado o un organismo administrativo lo haga asesorada por personas que conozcan la problemática de los malos tratos; previene contra los acuerdos extrajudiciales, dirigidos a facilitar la impunidad del agresor, y contra los abogados de circunstancias –frecuentemente los únicos que tiene a su alcance la mujer fuera de su hogar y sin medios económicos. La autora trata de responder a las preguntas sencillas pero importantes que se hace la mujer en ese trance: Qué es un Juez y porqué conviene denunciar; la necesidad de las pruebas y la credibilidad subjetiva, la espera y el día del juicio o la eficacia de las sentencias. También explica los avances que se han producido en España en esa materia, tales como la creación de los Juzgados de Violencia contra la Mujer. Por último trata de infundir esperanza al hablar de los Centros de Acogida, donde se apoya a esas mujeres y a sus hijos y se les proporciona tratamiento psicológico, y pondera la fortaleza interior frente a la violencia. Los niños son siempre víctimas indirectas aunque no hayan sido objeto de los malos tratos. Los aspectos psicológicos de la mujer de la mujer maltratada están bien reflejados; son los más evidentes en la violencia de género y los más difíciles de llevar a un proceso judicial. El libro es útil para personas que se dediquen a apoyar a las mujeres y niños maltratados; para las propias víctimas, a fin de que sean capaces de reconocer su situación y se desprendan del sentimiento inducido de culpa, y para los profesionales del Derecho y la Justicia, a fin de que sean capaces de identificar todos los elementos de una situación compleja. El libro empieza con ciertos titubeos y disquisiciones, legalistas en el mal sentido de la palabra, pero en la medida en que la autora se olvida de quién es y empieza a recordar a quién se dirige la lectura se hace interesante y enriquecedora.