La historia se repetía año tras año, como un rito hogareño, cuando los fríos ya se habían instalado en el valle. Sin embargo, mayores y pequeños esperaban con gozo aquellos días. Aunque se sucedían otras costumbres a lo largo del año, por san José, por Pascua, por los Santos y por los cumpleaños de padres e hijos…, ninguna tenía la solera de aquella.