Hay muchos aspectos de la vida para pensar en que Europa se está degradando a pasos agigantados. Ya sabemos, se empieza por dejar de lado la vida cristiana y, pronto, se precipitan las inmoralidades más preocupantes. Ya no es cosa de que existan personas que se olvidan de los modos corrientes de ser según la naturaleza, es que son los mismos políticos, en su afán por contentar a unos cuantos, quienes convierten el sistema legal de normas de planteamiento cristiano a unas cuantas leyes perversas.