Una de las cosas que más llamaba la atención a los habitantes de la ciudad de Roma, acerca de la vida de los primeros cristianos, en su comportamiento en la sociedad civil, a la hora de hacer ofrendas a los dioses en las fiestas y celebraciones, incluso en la sencilla vida del vecindario, entre los lugares de descanso, de descanso o de ocio, era la naturalidad con la que vivían su vida cristiana, y sin ostentación, pero sin ocultarla daban la cara por la Iglesia.