8 Historias sin vergüenza ¿Resiliencia o don?

Las andanzas de Crack, un hombre del Este de Europa que acaba en una de las cárceles más peligrosas de África, son tan crudas como inolvidables. Conchi aporta una perspectiva diferente sobre el mundo de la prostitución. Un lituano, Kestutis Dvareckas, cuenta sin vergüenza un proceso íntimo que muy pocos se atreverían a relatar. Juan Havana, un conocido rapero sueco, recuerda como se introdujo en el mundo de la delincuencia por medio de un gánster amigo suyo; hasta que ese amigo le dio una sorpresa que no esperaba. Yulitza habla de su relación con el satanismo, mientras que Fran y Eva evocan los retos con los que se enfrentaron a los quince años: cleptomanía, alcoholismo y droga. Jane, Calum, Ariel y Patrice se atreven a hablar en voz alta de una dependencia sobre la que parece pesar un pacto de silencio. El autor completa estos testimonios con la historia que Tim Guénard: un hombre maltratado en la infancia, violado durante su adolescencia, que trabajó como gigoló en París y decidió hacerse boxeador para vengarse de su padre. Hasta que su vida dio un giro sorprendente. Estas páginas recogen historias fuertes, que rezuman esperanza y terminan de un modo insólito, porque el futuro nunca está escrito. Los hombres y las mujeres de este libro no son lo que pueden parecer a primera vista. Y este libro tampoco.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2015 Freshbook
140
978-84944653-0
Valoración CDL
4
Valoración Socios
4
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8 Historias sin verguenza es de esos libros que quisieras releer despacio y regalárselos a mucha gente. En realidad se lee muy rapidamente; dos horas como máximo. Como libro no es ninguna novedad; hace siglos que está escrito porque es un apéndice de los Evangelios: Dios que cura, Dios que sana. Afortunado quien encuentra al Dios que sana en su camino. Afortunado el que es capaz de entender la primera palabra del Padre Nuestro, o sea "padre". Que Dios es padre.

Hace algún tiempo que me di cuenta de que cada uno tiene la misma imagen de Dios de la que tiene o tuvo de su propio padre. Si ha tenido un padre severo pensará que Dios es severo; si se ha sentido juzgado temerá el juicio de Dios; si tuvo un padre cariñoso entenderá que Dios es cariñoso. Supongo que la paternidad y la maternidad, en ese sentido, también son un sacramento; que nos acerca o nos separa de Dios. Las 8 historias son historias de abandono en que las víctimas descubren que Dios no les ha abandonado. ¡Ojala lo aprendiéramos también nosotros!

En los Evangelios, en ocasiones, Cristo pregunta a aquellos a los que va a curar: "¿Crees que puedo sanarte?" ¡Si, claro que lo creo! Que curioso el caso de Crack -un consumidor de esa droga- que no creía en nada salvo en la posibilidad de ir al infierno. Y es que si tenemos sentido de la justicia entenderemos que ésta se ha de hacer en algún lugar. Los protagonistas de las 8 historias, inconscientemente, comprendieron que no iban por buen camino y al tocar fondo tuvieron la valentía de volverse hacia Dios.

Me maravilla y me alegra que algunos encontrasen a Dios con los cristianos Pentecostales o Evangélicos. El caso de Crack es muy especial en ese sentido; o el de Juan que asistió a una liturgia de sanación. Y es que el Espíritu de Dios sopla donde quiere. También se desprende del libro dónde no está Dios, por ejemplo donde se maltrata a los niños, donde se les discrimina o donde se ejerce su tutela sin amor, sin cariño. "Hay palabras que duelen más que las bofetadas" -nos cuenta Tim.

Por último, se descubre con este libro que cualquier palabra sobre Dios dicha por una persona que nos quiere, queda ahí y algún día dará su fruto; que una oración por alguien que amamos es eficaz y que frecuentar un ambiente católico es el mayor regalo al que podemos aspirar, aunque por si mismo no nos vacune contra el mal.

Que disfrutes al leer este libro, aunque personalmente te consideres una m..., o precisamente por eso. Es Cristo que pasa por nuestro lado y Él nos puede curar al leer estas páginas. ¿Lo peor del libro? La palabra "resiliencia". Es algo así como aguante, tomarse bien las cosas malas que te ocurren. No cabe duda de que es un don, un regalo de Dios.

Imagen de Manu

Cejas ofrece testimonios de situaciones sin aparente salida, salvo la acción de la Gracia como muestra de la Misericordia divina. Lógicamente no todas las historias son igual de impactantes, pero la variedad de situaciones que muestra enriquecen el relato. Vale la pena su lectura. El balance final es muy positivo.

Imagen de cattus

Coincido plenamente con el comentario de Ángel Cabrero, es un libro que, a pesar de la dureza de lo que se narra, deja abierta la puerta de la esperanza. Por otro lado, ante testimonios tan duros, uno siente vergüenza cuando le entra la tentación de quejarse ante las pequeñas contrariedades ordinarias. Me parece muy oportuna la publicación precisamente cuando los católicos celebramos el Año de la Misericordia.

Imagen de acabrero

Ocho historias muy tristes, muy duras, que acaban bien. Situaciones propias de los tiempos que vivimos, estos tiempos de “progreso” donde casi todo está permitido y hay tantas cosas que envilecen al hombre y le esclavizan. Siempre viene bien leer alguna de estas historias con detalle, pues desgracias como estas conocemos o intuimos con cierta frecuencia. El autor ha buscado allí donde había una pista, pero no para regodearse en las desgracias ajenas, ni siquiera para señalar el mal, si no para contarnos como esas personas han conseguido sobrevivir, o mejor, resucitar a una vida digna, gracias a un encuentro con Dios, casi siempre gracias a un encuentro con los sacramentos. Francamente recomendable este libro para todas esas personas que andan al filo del precipicio, para esas personas que querrían… pero no se ven con fuerzas, y no han descubierto todavía el poder de la Gracia.   Leer artículo...