Literatura como pertenencia

Seguramente el título suena ambiguo, pero la ambigüedad es buscada. Una de las expresiones que habitualmente me hacen rechinar los dientes es “el consumo de literatura”: veo una buena novela sobre un estante de supermercado entre lociones y cremas, o en una bandeja de plástico junto a la hamburguesa y las patatas fritas… La literatura, pues, un objeto físico deglutible o aplicable por capas… Pero nunca ha sido esa mi experiencia. Tener un libro solo quiere decir que todo está por hacer: como un bello collado es aún promesa de andanzas contemplado desde el parking un domingo a las 9 y pico de la mañana. En el fondo, mi anhelo es pertenecer a algo grande, bello, valioso.

Amor y felicidad

Hay que reconocer que la teología moral debería haber ser sido escrita en francés, tanto por la musicalidad, como por la abundancia de matices y sugerentes metáforas que emplea. De hecho, el profesor Michel Ferrandi, en el último fascículo publicado en la Revista “Nova et Vetera”, la revista de los dominicos de la universidad de Friburgo, comienza su disertación sobre “amor y felicidad” con una distinción básica y elemental, para luego ascender musical  paulatinamente hacía las alturas de la contemplación.

Novios y esposos

Es curioso hasta qué punto las terminologías de moda pueden llegar a modificar las relaciones entre las personas y hasta qué punto pueden llegar a confundir, a confundirnos. Antes sabíamos que una chica y un chico eran novios. El hecho de serlo incluía ya cierta formalidad, una cierta permanencia en la relación, de manera que podría surgir cierta rectificación si te decían “no, solo somos amigos”, y entendíamos que iban en camino de, pero sin seguridad. Mientras que si iba ya más en serio se hablaba incluso de “prometidos”.

El filósofo del corazón

De vez en cuando, en las mesas de novedades de las grandes librerías de Madrid se encuentran auténticas joyas literarias que enseguida captan la atención del ávido lector y te tienen enganchado unas cuantas horas, incluso días. En esta ocasión es la profesora de Filosofía y teología del King’s College de Londres, Clare Carlisle, quien ha logrado redactar una biografía certera del célebre filósofo danés del siglo XIX, Soren Kierkegaard que será, sin duda, en los próximos meses un libro de verdadero éxito.

Marginalidad y cristianismo

El último trabajo coordinado por el profesor Aguirre, comienza con un título agresivo para impresionar. En efecto, Jesús ya había anunciado a sus discípulos que sufrirían persecución hasta el final de la historia: “igual que me han perseguido a mí, también os perseguirá a vosotros” (Io 15, 20).

Mujeres en el Opus Dei

Dos historiadoras de la Universidad de Navarra han dedicado mucho tiempo e ilusión, desde hace muchos años, a estudiar y comprender la vida de las primeras mujeres del Opus Dei. Se trata de una investigación profunda, de archivo, de pensamiento y de revisión de la historiografía, realizada a la vez que desarrollaban su tarea docente e investigadora en sus campos habituales propios de sus intereses académicos.

Educar la imaginación en el centenario de Dante

Es extraño, en el fondo, pensar que la imaginación y la educación son cosas opuestas. Sobre todo, porque a lo largo de la historia de la humanidad, en todas las culturas, educar ha consistido, principalmente, en educar la imaginación. Pero nosotros, contemporáneos de nosotros mismos, hemos llegado a pensar que la imaginación es una válvula de escape emocional, algo que debe tener lugar fuera del aula. Sin embargo, nunca ha habido educación moral valiosa sin cuentos, poemas, relatos, novelas… sin tomarse en serio la imaginación. La modernidad, cuando se pone ilustrada, desconfía de la imaginación; cuando se pone romántica, desconfía de la razón. ¿No sería el momento de superar estas oposiciones? Una imaginación razonable necesita educación. Una razón imaginativa, también. Es lo mismo: para aspirar a ser quienes queremos ser, hemos de poder imaginarnos. Tener imágenes de nosotros mismos, propuestas atractivas, imágenes disponibles. Lo dice hoy el filósofo MacIntyre, y ya lo había dicho Aristóteles, de otra manera, hace veinticinco siglos.

Recuperar el sentido común

Pienso, a veces, que hemos perdido el sentido común, quizá la pandemia que estamos padeciendo pueda ser una ocasión para reflexionar un poco y recuperarlo. Negar que somos criaturas, que el mundo en que vivimos y la vida se nos han dado, va contra el sentido común, además de dejarnos abocados a la sinrazón y a un nihilismo de escasos vuelos, que explican probablemente tantas actitudes pesimistas y quejumbrosas con las que nos topamos. Que los hijos se vean como obstáculos y no como un gozoso don va contra el sentido común; negar que estos necesitan padre y madre para crecer y madurar va contra el sentido común; equiparar el matrimonio con todo tipo de uniones va contra el sentido común; la ideología de género, que algunos tratan de imponernos, va contra el sentido común y contra la biología.

El celibato sacerdotal

El famoso historiador de la Iglesia Johann Adam Möhler (Igersheim 1796-Munich 1838), Profesor de Historia de la Iglesia en Tubinga y de Múnich, calificado por Joseph Ratzinger como “El gran renovador de la teología católica después de la desolación de la Ilustración”, se enfrentó en 1828 contra toda la opinión pública tanto en la Universidad de Friburgo como contra las autoridades civiles de Suiza, en defensa del celibato sacerdotal de los sacerdotes católicos que algunas autoridades pretendían abolir unilateralmente.

Mal educado

Ha sido siempre un insulto. No es fácil que se lo diga un amigo a otro, ni un colega de trabajo a otro. Se lo dicen los padres a los hijos en alguna ocasión, sin darse cuenta de que la culpa es suya. Quizá lo comenta una madre con otra, hablando del hijo de una tercera. “Es un maleducado”.

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