La primera visita a la Galería de las Colecciones Reales, el museo inaugurado el pasado mes de julio, situado entre el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, asomado al Campo del Moro, no me ha defraudado. El nuevo edificio, de Tuñón y Mansilla, tiene elegancia, es amplio, sobrio y cómodo para el visitante. Se puede acceder desde la Plaza de la Armería o desde la Cuesta de la Vega. Un defecto –común a otros museos, no sé por qué– es el exiguo tamaño de los caracteres de los textos explicativos que suelen acompañar a cada objeto expuesto.