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Una llamada personal

Es muy interesante releer en la obra clásica del cardenal francés Henri de Lubac, acerca de la Iglesia, recientemente reeditada por ediciones Encuentro, las páginas que nuestro autor dedica no a la historia de la teología sino a la única e irrepetible teología de la historia. Pues nuestro autor dedica muchas páginas a mostrar la importancia de la teología de la historia para poder conocer bien la esencia del cristianismo.

Teología de la historia

El fundador de Comunión y Liberación el sacerdote milanés Luigi Giussani (1922-2005) expuso, a lo largo de su extensa y fecunda vida, de mil modos y maneras, el carisma que había recibido del Espíritu Santo, de modo que fuera asequible al mayor número de personas, con el fin de contagiarles un camino de verdadera felicidad y de encuentro con Dios.

En el centro del alma

En el centro del alma, afirmaba el maestro Eckhart, es donde se producía el anudamiento entre el alma del cristiano y la gracia del redentor y, por tanto, el cambio profundo y radical de perspectiva que hace que nuestra vida sea plena. El fruto de la nada, que diría Eckhart, es recibir el todo de nuestro Dios, pues quien se vacía de si puede albergar al creador, no al estilo panteísta espinociano, sino de colmatación.

Las nuevas rutas de la seda

El ejercicio habitual de la Global History en las grandes universidades europeas y americanas está impulsando un nuevo modo de hacer historia y, por tanto, de convertir el tema de la globalización, de un catastrófico y preocupante problema, en una verdadera, sencilla y rica característica de nuestro tiempo.

Dar cuerpo al cristianismo

Desde que hemos podido leer el libro del Génesis y conocer la realidad de que Dios ha creado el mundo de la nada, esa sabiduría no ha dejado nunca de admirarnos y, con nosotros, a los pensadores de todos los tiempos.

Esquilo

Los clásicos casi siempre nos sorprenden, quizá por esto han llegado a tal privilegiada posición. He leído recientemente Los persas –una de las siete tragedias de Esquilo (525-455 a. C.) que se han conservado–, en la excelente edición y versión de José Alsina Clota para la colección Letras Universales de Cátedra (10.ª ed. 2005). Al terminar la lectura, he pensado que se podía haber escrito hoy, a pesar de que han transcurrido veinticinco siglos.

Encarnación

En estos días del llamado adviento comercial, mientras ponemos rumbo directo para celebrar la navidad, la encarnación del hijo de Dios, es buena ocasión para volver a recordar las palabras de san Pablo a los romanos cuando les decía “Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora” (Rom 8,22). En efecto, el deseo es imperioso para que todos los hombres se preparen para acoger al redentor en su corazón llena el alma del cristiano.

Alegría en Navidad

Parece que todos estamos de acuerdo en que el hombre quiere ser feliz. Es algo que todos buscamos. Pero además nos gustaría estar alegres. ¿Ah, pero no es lo mismo? La única felicidad auténtica y consistente es la del cielo. Y aquí en la tierra somos más o menos felices en la medida en que estamos en el buen camino. Y puede haber quien esté ciertamente descaminado, sin una idea clara de qué sea la felicidad, pero que tenga momentos de alegría. Incluso puede ocurrir que haya quien esté en el camino de la felicidad, con la paz que eso aporta, y que tenga tristezas que le producen desgracias familiares, problemas económicos serios, etc.

La decadencia

Una de las claves más interesantes en el estudio de la amplia literatura patrística que se conserva es el tratamiento del extendido problema de la decadencia, pues el mundo antiguo estaba acostumbrado a proyectar la tendencia humana a la decadencia y a la muerte, a las demás esferas de la vida humana y, por tanto, las creía ver realizadas en las vueltas y ciclos de las civilizaciones. Es lógico, por tanto, que en la obra clásica del cardenal francés Henri de Lubac, sobre la Iglesia, recientemente reeditada por ediciones Encuentro, nuestro autor vuelva sobre el pesimismo clásico y la teoría del mundo cíclico.

Teología del cuerpo

En los tiempos que corren probablemente uno de los conceptos más difíciles de explicar es el de matrimonio. Parece una tontería, parece una obviedad, pero hablando con los jóvenes, no solo críos de bachillerato o apuestos universitarios, es fácil darse cuenta de que no se entiende, casi nunca, el porqué de una unión indisoluble. Hay que explicar muchas cosas, hasta el punto de que uno puede darse por vencido cuando en una reunión de amigos o de colegas intenta dar unas cuantas ideas sobre el tema. No se entiende. Hay demasiado egoísmo en el ambiente como para entender el amor.

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