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Peligra la maternidad

Los cambios sociales en los que nos sentimos inmersos, que encierran tantas maravillas y descubrimientos, son también la causa de algunos problemas en lo que se refiere al ámbito familiar. En la educación de los hijos hay que tener presentes una serie de fenómenos, inimaginables hace solo veinte o treinta años, y que, precisamente por eso, nos han cogido con paso cambiado y no sabemos, muchos padres no saben, como reaccionar.

La amistad, el remedio

He releído un libro que me parece maravilloso, tanto por su calidad literaria como por su contenido: “La nieta del señor Linh”, de Philippe Claudel. La profundidad con la que piensa en la persona perdida, emigrante recién llegado a un mundo desconocido, totalmente diverso al que conoce, en costumbres, en idioma, en nivel económico, etc., es admirable. El señor Linh es un pobre viejo que puede venir de Vietnam -no se dice en ningún momento en el texto su procedencia, pero se adivina- que llega solo con un bebé de meses, su nieta, a quien encontró junto al resto de su familia, muertos todos en un bombardeo. Solo la nietecita estaba viva.

Nazismo y nacionalismo

Somos superiores. Es tremendo comprobar que haya personas que consideran que su sangre, su familia, su raza, es superior a la de los demás. Sabemos bien que es algo opuesto totalmente a cualquier planteamiento ético, especialmente cristiano, que recuerda la igualdad esencial de los hombres llamados, todos, a ser hijos de Dios.

Transhumanismo y libertad

El transhumanismo es un concepto que preocupa, al menos a persona sensatas que tienen cierta idea de por dónde van los tiros. Es difícil, para un inexperto, hacerse cargo de lo que ocurre realmente, y hasta qué punto nos puede afectar. Se puede escribir desde un punto totalmente científico que será, normalmente, difícil para profanos. Se ha escrito sobre el transhumanismo desde la antropología, que interesa a aquellos con más conocimientos filosóficos. Pouliquen ha escrito un libro más divulgativo, para que cualquiera pueda internarse en ese mundo que produce, de entrada, un cierto vértigo. Al escribir en 115 apartados -que no capítulos-, encontramos, ya desde el índice, asuntos que pueden interesar a cualquiera.

Yo mando

En muchas familias, hoy por hoy, la preocupación por el uso de la tecnología es una realidad, al menos allí donde hay suficiente responsabilidad por la educación de los hijos y por el aprovechamiento del tiempo entre pequeños y mayores. Parece evidente que esos medios tecnológicos crean una adición que puede ser perversa para las costumbres de unos y otros.

La adoración

Estuve en Polonia hace dos años. Entré en dos o tres ocasiones en alguna iglesia, realmente por turismo. La impresión fue llamativa. Aquella gente está en un lugar de culto de un modo muy distinto a como estamos en España. La actitud de adoración es de los gestos más auténticos de vida de fe. Estuve en Colombia este verano y los detalles de piedad eran patentes. Jóvenes arrodillados, recogidos, muy metidos en Dios.

Madurez juvenil

Parecen dos términos contrapuestos, incompatibles. ¿Hay algo más inmaduro que la juventud? Se nos antoja casi inevitable. En nuestra sociedad hedonista la tendencia es el egoísmo de tener para mí. Y, claro, entre los jóvenes parece más notorio. Sin embargo, mi experiencia de trato con jóvenes universitarios me ha llenado de alegría en tantas ocasiones, porque he conocido muchos chicos y chicas -quizá más ellas- de un fondo que para sí quisieran algunos adultos.

Arrepentimiento y remordimiento

En la última novela de Blanca García-Valdecasas hay un detalle que me parece de cierto interés para cualquiera de nosotros, en la medida en que nos sentimos pecadores y somos capaces de pedir perdón. Una de las protagonistas, después de un tiempo de vida desordenada con un hombre que no es su marido, decide acercarse al sacramento de la penitencia. No estamos demasiado acostumbrados a leer algo así en las novelas contemporáneas. Al terminar, y sintiéndose a gusto y distinta, hace una observación curiosa: el sacerdote me ha dicho que el arrepentimiento es de Dios y que el remordimiento es del demonio. La propia penitente considera para sí misma que no está muy segura de que el confesor tenga razón en eso.

Miedo a los emigrantes

Las noticias sobre el elevado número de africanos que alcanzan nuestras costas, de una manera o de otra; los muchos europeos del este que se afincan entre nosotros, quizá sobre todo rumanos, o los sudamericanos de distintos países que vemos en nuestras calles, hacen temer a más de uno que ve en peligro nuestra identidad nacional, social y religiosa. De hecho, habría no pocos que buscarían, si fuera posible, la forma de cerrar totalmente nuestras fronteras.

La insensatez de un infierno vacío

No sé qué sentido tiene que alguien con una fe bajo mínimos, sin apenas formación cristiana y sin intención tan ni siquiera de ir a misa los domingos, hable, sin embargo, del infierno con una seguridad apabullante. Lo más típico en estos casos es que se diga, “es posible que exista, pero allí no hay nadie”. No aman a Dios ni tienen interés por las cosas de la religión, pero seguramente en el fondo del alma hay una aprensión, un miedo. ¿Y si hubiera algo de eso? Entonces, en su simpleza, se inclinan por “si hubiera Dios, tiene que ser misericordioso”, y a seguir con sus desvaríos.

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