Quien ha leído el último libro del Cardenal Sarah, escrito en colaboración con Benedicto XVI, sabe, solo con leer el título de este artículo, de qué quiero escribir. Porque este libro, con un título tan largo como inexpresivo -no expresa la materia de fondo- manifiesta de modo claro la preocupación de la Iglesia por la dificultad de que surjan vocaciones sacerdotales.