En la obsesión por lo inmediato, por el activismo, y con la proliferación de mensajes e imágenes a través de las redes sociales tan característicos de estos tiempos, corremos el riesgo de olvidarnos de pensar, de no detenernos nunca, para reflexionar y evitar caer en vulgaridades y lugares comunes; o de quedarnos deslumbrados por lo emotivo, que suele ser precario y tornadizo. También nos falta quietud, silencio interior, aunque esto lo dejo para otra ocasión.