No hablamos de un nombre propio, Esperanza, que es frecuente, sino de la esperanza que debe estar presente siempre, que es algo humano y sobrenatural, pero que debe estar ahora más viva, no solo por encontrarnos en el Año de la Esperanza, sino porque tenemos acontecimientos suficientemente relevantes como para preocuparnos. Es lógico que pueda haber una cierta inquietud, pero merece la pena mantener viva la esperanza como virtud de nuestra vida y como confianza en Dios.