En los tiempos que corren y en las vicisitudes actuales, verdaderamente preocupantes desde el punto de vista económico, quizá haya un buen número de personas que se habrán arrepentido de no ahorrar. El mundo nuestro, la sociedad occidental, se ha dado con frecuencia al lujo y al gasto alocado, por caprichos, por buscar el descanso, a veces por las apariencias. Es verdad que el primer mal ejemplo nos lo dan los políticos, que, por mantener contentos a sus votantes, gastan lo que no tienen.