Me ha sorprendido a veces comprobar que para más de una persona culta, de cierta afición por la lectura, la posibilidad de releer un libro sea algo totalmente descartado. En el fondo el planteamiento, que tiene cierta lógica, es “hay tantas cosas interesantes que leer…”. Y es verdad, hay tantas novedades en las librerías, tanta publicidad de libros extraordinarios “basados en hechos reales” casi todos, que cómo se nos puede ocurrir releer. Estoy pensando en gente que lee mucho. Entre los que leen poco este concepto de la relectura es tan inexistente, tan alejado de sus mentes como una estrella descubierta a unos cuantos millones de años luz.