La biblia ensalza la creación. Por eso, la verdadera ecología se orienta hacia el escenario habiutal de encuentro con su creador.
El mundo que contemplamos, la naturaleza, la creación, es divinizado por algunos, entusiasmados por la actividad ecológica. Otros, llevados por su avaricia, lo explotan, amparados por hábitos consumistas que amplifica aún más nuestra era tecnológica.