Escrito después de su conversión al catolicismo, el ensayista inglés se pone como meta demostrar que toda comparación entre el cristianismo y las otras religiones está destinada al fracaso, porque la Verdad traída al mundo por Cristo es única.
En el ambiente cultural de su época pululaban teorías cientificistas, que rebajaban el valor de todo pensamiento y sentimiento religioso. Contemporáneamente, existía una fuerte corriente orientalista que tendía a identificar el núcleo último del mensaje cristiano con el budismo o el confucionismo. El ensayo tiene gran valor argumentativo.