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Lo que queda en la memoria

Casi seguro que quien conoce a Dostoievski ha leído “Los hermanos Karamázov”. Casi podríamos decir que a todo aquel que le gusta la literatura rusa ha leído ese libro, lo cual no deja ser sorprendente ya que estamos ante un libro de más de mil páginas en casi todas sus ediciones. Pero Dostoievski no defrauda y crea un hábito de lectura útil al lector.

La Iglesia en el reino de Castilla (711-1475)

El profesor de Historia Medieval de la Universidad de Cantabria, José Ángel García de Cortázar y Ruíz de Aguirre, reúne en este magnífico manual retrospectivo los grandes hechos de la vida de la Iglesia y de la jerarquía en Castilla, desde su renacer después de la invasión musulmana del 711, hasta la llegada de los Reyes Católicos al reino de Castilla.

La puerta de la fe

En el año de la fe, el santo Padre Benedicto XVI publicó un documento preparatorio con el nombre de “Porta fidei”, donde recordaba a todos los cristianos que el bautismo es la puerta de la fe y, por tanto, tras atravesar el umbral podemos entrar a gozar del tesoro de la Revelación, de los Sacramentos y de la vida de la Iglesia con Jesucristo y todo el pueblo cristiano de todos los tiempos.

Sin conciencia

Dostoievski, en su novela “Humillados y ofendidos”, pone en boca de uno de sus personajes estas palabras: “No he tenido nunca remordimiento de conciencia por nada. Me adapto a todo y me va bien; como yo hay una multitud, y siempre nos irá bien. Incluso si el mundo se viniese abajo, seríamos los únicos que quedaríamos. Existiremos mientras el mundo exista. El mundo puede naufragar, pero nosotros, los sin conciencia, nadaríamos siempre por la superficie”. (Pensamientos y reflexiones, p. 28).

La verdad más intima

En el Prólogo a la primera edición de Camino, san Josemaría dejó escritas unas palabras que han resultado claves para poder entender ese libro de espiritualidad , mediante el cual han sido innumerables las almas que han aprendido a hacer oración y, desde ese diálogo con Dios, santificar las realidades temporales de cristianos de toda clase y condición desde 1939: “para que seas alma de criterio”.

Complicarnos la vida

La lectura sosegada del santo Evangelio produce siempre en el alma el deseo de ser mejores, de conocer y amar a Jesucristo y la conversión de nuestra vida mejore. Es decir, nos recuerda que hemos de meter el hombro en la sociedad globalizada. El egoísmo y la comodidad de la vida encerrada en un cómodo estuche o en una torre de marfil se escenifica en el hiper machista refrán: “mi casa, mi misa y mi María Luisa” es decir, mi casa, mi comodidad, mis gustos y aficiones, mi misa diaria o semanal para salvarme y mi María Luisa que cuidaba de mí.

Poesía, una vez más

La lectura de En estado de gracia (Renacimiento, 2021), el último poemario de Carmelo Guillén Acosta (Sevilla, 1955), ha sido para mí una prueba más del enriquecimiento con que nos premia la buena poesía. El poeta se asoma a la vida y nos anima, desde el comienzo ("Mira afanoso el mundo"), a permanecer y a analizarla con una mirada diferente de la relativista y nihilista hoy tan asentada y acomodaticia, por lo menos en la cultura occidental. Es una invitación a la osadía, para descubrir la grandeza de lo sublime de lo cotidiano, la trascendencia, la relevancia del hoy y ahora, el único momento en el que la felicidad es posible.

Introducción a la filosofía

Este trabajo de investigación surgió en un café de media mañana, disfrutando del clima y de la conversación entre colegas, en el departamento de Filosofía del derecho de la Universidad de Alicante, que dirige el catedrático Daniel González Lagier. Lógicamente, enseguida, recurrieron a los amigos y colegas de ambos lados del Atlántico para ultimar su redacción y el resultado se presenta ahora.

Lo sagrado y lo oculto

El profesor y Académico francés René Girard (1923-2015), dedicó toda su vida a estudiar la antropología religiosa dentro del campo de la filosofía de la religión y desarrolló tanto su amplia docencia como investigación en Estados Unidos y, finalmente, se asentó en la Universidad de Stanford donde falleció.

¿Amigo, a qué has venido?

En el huerto de los olivos, pocas horas antes de que empiece la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, tiene lugar el encuentro crucial entre Jesús y su discípulo Judas Iscariote, el que le va a entregar. Judas se acerca y hace la señal convenida con los príncipes de los judíos: besar al Maestro. En ese momento, Jesús le hace la pregunta clave: “¿Amigo, a qué has venido?” (Mt 26,50).

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