Se habla mucho de este problema, de esta situación que, a simple vista, da pena. Que haya regiones que se van quedando sin población, pueblos que mueren por escasez de habitantes. En la última novela de Jesús Carrasco, aunque directamente no se trata de esto, indirectamente está muy presente. La distancia generacional, realidad tan frecuente desde hace ya bastantes años, el hecho de que los hijos casi nunca se quedan en el pueblo, sobre todo si han tenido unos estudios superiores.