Formar parte del jurado de un premio literario no es tarea fácil. Me contó un buen amigo escritor que, en cierta ocasión, estuvo en el jurado de un importante premio de novela. Se leyó las obras finalistas, entre las que el jurado tenía que elegir al ganador, y se formó su parecer. Sin embargo, al reunirse con el resto de miembros del jurado, le sorprendió que algunos no habían leído nada o casi nada y que, de hecho, al saber que él sí lo había hecho, le pidieron que los informara un poco. Al final, se dio cuenta de que la voz cantante la llevba el editor y salió bastante defraudado.