Durante el Triduo Pascual de la Semana Santa que acabamos de celebrar, he asistido a los oficios litúrgicos en diversas iglesias de Madrid y, en conversaciones con amigos, me han contado también sus impresiones. En estas ceremonias, uno espera encontrar recogimiento, un clima que facilite la adoración, la contemplación, el sosiego, el silencio interior, pero, a menudo, con lo que se topa es con ruido, más ruido, como en la calle, mucha guitarra, canciones más o menos sensibleras, de dudosa calidad musical y teológica. ¿Atraen a los feligreses? Tengo serias dudas.