Hay tiempo para todo. Debe haber tiempo para todo. Pero lo primero es apreciar la realidad de que el tiempo está ahí para nosotros. Tenemos tiempo. Decir esto es, en muchos casos, algo parecido a decir: tenemos reloj. Algunos pueden pensar que cuando no había reloj la gente no sabría si tenía tiempo, pero es falso. Antes del reloj de pulsera había relojes de arena y también de sol y, sobre todo, un sexto sentido para saber, casi intuitivamente, que era tiempo de descansar, que era el momento para rezar, que era el momento para la familia.